La muerte de un vecino de la pedanía de Cerralba de 41 años y de su hijo de 13, el pasado 22 de agosto, al chocar la moto en que viajaban con un caballo que se cruzó en la carretera A-355, cuando volvían de una velada de ajedrez en Ojén, ha reabierto la polémica sobre el abandono de estos animales.

Si en verano se suele incrementar el abandono de animales, la crisis está acentuando este tipo de casos. «Es el peor de todos los años que llevamos trabajando en la recuperación de caballos abandonados; se han triplicado los casos y esto da lugar a que también aumenten los accidentes en las carreteras», explica Virginia Solera, miembro de la Asociación para la defensa de los animales CyD Santa María.

Incluso hay familias que han adoptado un animal recientemente pero se han visto obligadas a devolver el caballo al refugio Santa María, «porque se han quedado sin trabajo o porque se han tenido que trasladar a otros lugares».

Con este panorama se hace difícil el mantenimiento de los animales, ya que los miembros de la asociación buscan desesperadamente ayudas de empresas e instituciones, pero sin éxito. Actualmente, el refugio acoge 60 animales y se encuentra en una situación delicada. «Necesitamos voluntarios mayores de edad para el cuidado de los animales y que las instituciones no miren a otro lado; que ayuden o creen nuevos albergues», reclaman.

CyD Santa María es una entidad sin ánimo de lucro, creada para proteger al animal abandonado o maltratado. Por ello, trabajan tras la denuncia de ciudadanos y autoridades y en la prevención.

Multas de 30.000 euros

«Muchas personas tienen miedo a denunciar una situación de maltrato o abandono y no se dan cuenta de que cuando el diálogo está agotado, la denuncia es la única opción y con una simple llamada, se puede salvar una vida», apunta Virginia. Hay quienes no saben aún cual es su responsabilidad por ser propietario de un animal y tampoco que sus actos pueden ocasionarles multas de 30.000 euros.

CyD Santa María tiene un albergue para caballos que la asociación se encarga de recoger en caso de accidente, enfermedad, maltrato o abandono. Allí se recuperan los animales, que después se ponen en adopción «siendo conscientes de que hay muchos caballos ahí fuera que necesitan urgentemente ayuda».