Son muchas y variopintas las razones por las que una persona pasa a la posteridad porque sus actos calan en la memoria colectiva, tanto que actividades más o menos cotidianas son rebautizadas con el nombre de aquellos que las llevaron a cabo de una forma digna de ser recordada para bien o para mal.

Si por ejemplo eres un tarado hasta las cejas de neurolépticos con un absoluto desprecio por la verdad que antepone su egoísta aspiración a ciento cincuenta vidas humanas y estrellas un avión contra una montaña entonces te estás haciendo un Lubitz. Si en cambio eres capaz de sacrificar tu propia existencia por la lucha de los derechos fundamentales a través de un pacífico camino de entrega ejemplar no te quepa ninguna duda de que te estás haciendo un Gandhi. Pero no hace falta ser tan extremistas, pues son ingentes los ejemplos que nos rodean a diario y que de forma cotidiana se han ido asentando en nuestro vocabulario.

Si en el partido de solteros contra casados lanzas un penalti que llega al pueblo de al lado te habrás hecho un Sergio Ramos, si en una celebración familiar te pillas una papa del quince te habrás marcado un Ernesto de Hannover, si en una junta de vecinos pierdes todos tus apoyos porque te has endiosado por encima de los demás te habrás hecho un Rosa Díez, si tu patético dominio de los idiomas te deja profesionalmente en evidencia te habrás hecho un Ana Botella, o si eres tan gafe que absolutamente nadie quiere estar a tu lado te habrás hecho un Antonello Tonna.

Si padeces una compulsiva afición a coleccionar museos en vez de hacer frente a necesidades más acuciantes te habrás hecho un Francisco de la Torre, si llegas a ministro siendo el repelente niño Vicente y al poco tiempo consigues cabrear a todo el mundo ten por seguro que te habrás marcado un Gallardón, si tienes la extraña habilidad de hacer funcionar cualquier aparato tecnológico y un día consigues explicarle a tu madre cómo participar en una red social te habrás hecho un Steve Jobs, si por ejemplo tiras por la borda cuarenta años de profesión para convertirte en un mono de feria televisivo que se jacta de su incultura te habrás hecho un Chunguito, y si cambias de empresa porque en la anterior no triunfabas y ahora tu anterior empresa manda, la gente dirá que te has hecho un Fernando Alonso.

Si te quedas a las puertas de haber conseguido un gran logro te habrás hecho un Carlos Sainz, si convocas una rueda de prensa para dar la exclusiva de tu vida y resulta que todos sospechábamos la noticia te estarás marcando un Ricky Martin, si hace años te perdonaron el 62% de tu deuda y ahora estrujas a tus socios de forma inmisericorde te habrás hecho un Merkel, si no has trabajado en toda tu vida más allá de dedicarte a la política para ser ungido por la mano que te da de comer te habrás hecho un Susana Díaz o un Juanma Moreno, y si por un casual tu prole alcanza cotas legendarias te habrás hecho un Julio Iglesias, y lo sabes.

Ya ves querido lector, estas son algunas pinceladas de las muchas que ilustran la idea que apuntaba al principio. Personas que por acción u omisión, dicha o desgracia, dejaron su impronta en la jerga común hasta el punto de humanizar labores apellidando sus actos.

Hoy es Jueves Santo, hagámonos un alguien que logre mostrarnos dignos de lo que representa un día tan señalado. Aunque sea por llevarle la contraria a lo cotidiano.