El tiempo parece confirmar lo que muchos predijeron: el caso Malaya se ha convertido, tras diez años, en el patrón con el que se miden el resto de casos de corrupción política y urbanística que se dan estos días a lo largo de todo el país. Con buena parte de los condenados en la cárcel, los protagonistas que investigaron, acusaron y enjuiciaron el asunto empiezan a recibir su recompensa al trabajo bien hecho. Juan Carlos López Caballero es el fiscal jefe de Málaga desde marzo de 2012; Manuel Caballero Bonald, magistrado de la Sección Octava y miembro del tribunal del caso, ha recibido recientemente la Cruz de San Raimundo de Peñafort (también se premió su trayectoria); y José Godino, el hombre sin cuyo concurso jamás podría haberse dictado sentencia en semejante sumario, fue homenajeado por más de 350 magistrados, fiscales, jueces, policías, militares, procuradores y políticos. La laudatio fue realizada por el magistrado del Tribunal Supremo y expresidente de la Audiencia Provincial de Málaga, Francisco Arroyo Fiestas, quien en sus palabras demostró su hondo cariño por el jiennense y dibujó una trayectoria conjunta de casi veinte años y el primer macrojuicio que hicieron como miembros del mismo tribunal, el de los secuestradores de la pequeña Melodie Nakachian. También recordó que algunas autoridades trataron de torpedear el sumario, al coincidir este con Ballena Blanca y Minutas, pero sólo una personalidad calmada y con altura de miras como la de Godino podía sacar adelante semejante transatlántico. El propio Godino, rodeado de familia y entrañables amigos, reconoció que Málaga poco tenía que envidiarle a la Audiencia Nacional en relación a la sucesión de macrocausas que se han enjuiciado aquí y las que quedan por llegar; y reconoció que su petición en la sentencia del caso de que el dinero saqueado acabase en Marbella se ha convertido finalmente «en un brindis al sol», aunque esperó que los políticos sepan darle solución al asunto. Objeto de series de televisión y de estudios universitarios y artículos en los más prestigiosos soportes jurídicos, Malaya cambió la forma de investigar en las grandes macrocausas de corrupción, analizando también las posesiones del encartado en relación a los ingresos que percibía, y no sólo en ese ámbito; también hubo que interpretar de manera muy flexible la Ley de Enjuiciamiento Criminal en cuanto a los plazos y secciones del juicio, lo que se ha acabado aplicando en muchos juicios por corrupción en otros lugares de la geografía española. Malaya fue el inicio, y sin una personalidad como la de José Godino jamás podría haber habido sentencia.