Hay un hecho diferencial en la política española, respecto a la de casi todos los demás países de Europa, y es el de que, a pesar de la crisis, no se ha producido en la derecha un corrimiento de tierras hacia el extremismo, la franca xenofobia y el populismo rampante. En ese sentido sería injusto, desde luego, restar mérito a la capacidad del PP para ocupar un amplio espectro sin desflecarse apenas, pues la emergencia de Ciudadanos responde más bien a la pujanza de una franja del centro que sociológicamente pertenece a las clases medias. Sin embargo la fijación de ese espacio, sin desmoronarse a posiciones extremas, es sobre todo la expresión de la moderación civil de la sociedad española, que ha resistido hasta ahora a la tentación de radicalizarse por ese lado. Una vez más se pone de manifiesto que el gran capital político de España es el sentido común de los españoles.