Desde abril del año 2008 hasta la última crisis del Gobierno andaluz hemos tenido seis consejeros de Educación en la Junta de Andalucía, aunque una de ellos lo hizo en dos veces así que podemos decir que fueron siete, eso deja una media de algo más de 400 días al frente de la Consejería de Educación. Teniendo en cuenta que los 100 primeros son cascarilla, para ver que tal aterriza el consejero y tal, nos queda poco más de un año. Si quitamos vacaciones, unas normalitas, nada de Parlamento cerrado tres meses ni nada, nos quedan 11 meses mal contados. La media de permanencia de un consejero desde 2008 es de 11 meses de trabajo. La cosa no sería grave si la educación fuera como un tiro en Andalucía o si, aun no siéndolo, desde el gobierno de la Junta de Andalucía se tuviera un plan de actuación claro. Pero no, no es el caso. Bueno puede ser que el perfil de los consejeros sea siempre parecido y de ahí que el cambio no sea relevante. Negativo, tenemos un maestro, una profesora de Secundaria, una licenciada en Derecho que ha sido alguien muy del partido, lo mismo que otro de los exconsejeros y una ex-rectora de Universidad. Finalmente tenemos a la actual consejera de Educación que, si bien es profesora, no entra en un aula desde, al menos, el año 2005, cuando ya empezó a escalar entre concejalías y el sindicato UGT. ¿Por qué se elige a una dirigente sindical como consejera de Educación? o mejor dicho ¿Para qué? Llama la atención lo preocupados que aparecen siempre los políticos por la educación, de hecho la mayoría de las acciones son realmente educativas, educación de género, educación en el lenguaje paritario, educación vial, educación para emprender negocios, educación por la igualdad, etc. Una serie de iniciativas que realmente se deberían de coordinar y asignar presupuestariamente a educación, es decir, a los colegios donde los profesores que están en el aula deberían ser tratados como nuestros adorados Dioses. Lo demás es mala educación.