Álvaro Cabello, malagueño de 18 años, es a día de hoy subcampeón del mundo juvenil de balonmano con la selección española. Nada más y nada menos. Ahora, es el nuevo lateral izquierdo del GAES Balonmano Málaga: «Yo he me he criado en Maristas, desde pequeño siempre ahí. El año pasado estuve en Palma del Río y ahora GAES tiene una propuesta muy buena. Ha buscado patrocinador principal y ha montado un proyecto súper bonito en nuestra ciudad. Creo que es una oportunidad única para estudiar en mi ciudad y jugar al balonmano. Además, el grupo es muy bueno y el proyecto y es bastante ilusionante».

«Cuando era pequeño jugaba hasta de extremo derecho pero después siempre terminaba la temporada de lateral izquierdo cogiéndole el puesto al que hubiera», afirmó entre risas el joven malagueño.

Cabello jugó la final del Mundial de balonmano juvenil en Georgia el pasado domingo, donde cayó 25-28 contra la actual campeona de Europa, la selección de Francia. « Es una experiencia única, ha sido súper bonita e inolvidable. Pocas veces se vive en la vida algo así. Si lo vives más de una vez eres un afortunado y sobre todo con un grupo humano tan bueno y superando tantas metas», comentó el jugador malagueño para La Opinión de Málaga.

«No nos lo esperábamos, estábamos trabajando muy bien pero el año pasado en el Europeo quedamos sextos. Yo no fui porque tuve una lesión. A partir de ahí hemos cambiado y ha sido una revolución, un cambio tanto en la parte grupal como en la pista que se ha notado muchísimo. En las quinielas estábamos los séptimos y mira... subcampeones», manifestó el malagueño.

«Los franceses individualmente eran mejores que nosotros y eran unas máquinas, pero colectivamente nosotros éramos mejores. Al descanso ganábamos de uno, sabíamos que lo teníamos ahí y lo pensé: quedan 30 minutos para ser campeones del mundo. Eran favoritos, campeones de Europa y han ganado todos los partidos del Mundial. A falta de 10 minutos empatamos el partido y avisé que los franceses estaban cagados, pero al final marcaron los dos goles clave», declaró Cabello.

El año pasado, el lateral izquierdo jugó en Palma del Río, en División de Honor Plata, donde debutó con 17 años, algo realmente notable. Ahora vuelve a casa para comenzar sus estudios de Medicina en la UMA y jugar en el GAES Málaga de Balonmano, equipo al que quiere llevar a lo más alto. «En GAES vamos a intentar subir a División de Honor Plata y si podemos llegar a Asobal... serían palabras mayores. Hasta donde pueda. El balonmano te hace vivir experiencias súper bonitas. Espero un año bastante bueno, vamos a trabajar mucho y hay un grupo humano muy bueno», declaró Cabello.

El joven jugador manifestó sus ganas de poder contar con una beca de deportista de élite para poder cursar la carrera de Medicina en la Universidad de Málaga. «No me interesa la medicina deportiva, me interesa otra rama. Sólo una vida y hay que tener muchas facetas. La de balonmano la estoy cumpliendo ahora y voy a llegar hasta donde pueda llegar, pero también quiero cumplir otras cosas en la vida. Ahora mismo soy subcampeón del mundo con la selección española, pero en un futuro me gustaría hacer proyectos de voluntariado y el tema de ayudar a las personas me encanta. Cuando veo a un médico es como un ídolo para mí, salva vidas y realmente está ayudando al mundo. He estado con el médico de la selección y no paraba de preguntarle cosas», apostilla Cabello.

El subcampeón del mundo dio a conocer una faceta muy caritativa: «Me encantaría dedicarme unos años a ser médico e irme a otros países de misionero o con ONGs. Realmente es ese mi sueño, aunque sea ahora subcampeón del mundo. Sacrificaría una final en unos Juegos Olímpicos por irme a África a operar a gente que se esté muriendo de hambre. Cambiaría cualquier medalla por verle la sonrisa a una madre o a un niño que lo esté pasando mal». A pesar de haber cumplido la mayoría de edad hace poco, Cabello demostró tener la cabeza bien puesta: «Sé que lo que yo haga dentro del campo es ejemplo para los niños. Si los deportistas se escupen dentro del campo, los niños los siguen. Yo siempre doy la mano cuando acaba el partido, y eso se transmite a los niños. Sé que tengo una posición privilegiada como deportista para inspirar y ayudar a la gente».