El Unicaja perdió ayer en la cancha del Cedevita (74-71), en un partido en el que los de Joan Plaza volvieron a mostrar su peor cara ante un rival que no se jugaba nada y que dejó en la grada a sus dos mejores jugadores, Rashad James y Ryan Boatright, pero que pasó por encima de un equipo que volvió a dejarse llevar y donde sólo Dejan Musli puso interés por ganar.

Pero bien haría el Unicaja en hacérselo mirar e intentar, cuanto menos, conseguir una regularidad que haga que la afición se enganche al equipo. Porque ayer, la treintena de aficionados que se desplazaron a Zagreb con el equipo y los valientes que se sentaron a ver a las 7 de la tarde un duelo sin chicha ni limoná, asistieron a un nuevo despropósito verde.

Ya la imagen desangelada de la cancha del Cedevita no invitaba mucho. A penas 1.000 aficionados para un duelo en el que el equipo del excajista Veljko Mrsic hizo menos méritos para perder. Porque el Unicaja solo compareció en el primer cuarto, pero poco a poco se fue desconectando de un partido en el que no tiró ni de amor propio para cerrar el Top 16 de la Eurocup con buenas sensaciones y una victoria que le habría podido ayudar en una hipotética semifinal.

Pero para alcanzar esa semifinal primero se encontrará con el Bayern Múnich, un equipo que ayer venció con galones, tras una prórroga, en la pista del todopoderoso Khimki ruso. El equipo alemán, a día de hoy, está mostrando toda la regularidad de la que el equipo de Plaza carece y son favoritos en la eliminatoria a 3 partidos que dará comienzo a finales o principios de marzo.

Porque esa irregularidad e inconsistencia que está mostrando el Unicaja en la presente temporada, donde los resultados están siendo mejores que las sensaciones, no invita al optimismo ante lo que viene a corto plazo.

Primero el domingo con la visita del Real Madrid, un rival que seguro motivará al equipo pero que si muestra la imagen de ayer, seguro que le propina un duro revolcón. Y después, ya la semana que viene, la Copa de Vitoria, donde el Unicaja llega como uno de los tapados pero que tiene en cuartos de final al FC Barcelona, un equipo que tampoco se está caracterizando por su consistencia pero que en calidad y presupuesto arrasan a los verdes.

Ayer, los menos habituales del equipo tenían la oportunidad de dar un puñetazo encima de la mesa, mirar a los ojos a Plaza y explicarle, con juego y ganas, que son jugadores aprovechables y pueden discutir minutos a los Nedovic, Suárez, Fogg, Musli, Alberto Díaz o Waczynski. Pero nada de eso. Los Dani Díez, Lafayette, Jamar Smith, Jeff Brooks o Omic (prácticamente recien llegado) no estuvieron a la altura y perdieron una bala ante lo que viene.

Y eso que la declaración de intenciones de Mrsic dejando fuera de la convocatoria a James y Boatright, sus dos americanos y jugones, fue bastante clara. En este caso, el gran porcentaje desde la línea de tres puntos (42,9%) no sirvió esta vez para salvar el resto de carencias que mostró el Unicaja. Volvió a perder el doble de balones que su rival, reboteó menos y tuvo menos agallas que el Cedevita, plagado de jóvenes con hambre y que dieron una lección a muchos del Unicaja.

Además, pese a que en la primera mitad el Unicaja hizo lo mínimo para aguantar en el marcador, tras el descanso no compareció. Una vez más el Unicaja mostró esa desconexión brutal que desespera pero que no cesa. Sufrió un parcial de 10-0 que consiguió maquillar tras un tiempo muerto de Plaza con bronca incluida.

Solo Musli (18) dio muestras de querer ir de verdad a por los croatas, que se inflaron de anotar tiros liberados y que nunca dejó a un indolente Unicaja recuperar el mando en el marcador. Katic (11), Arapovic (14) y Shurna (11) impidieron la remontada cajista, que de la mano de Nedovic (12) y Fogg (10) amagó con darle la vuelta a duelo.

No lo consiguió ni lo mereció el Unicaja, que despide el Top 16 de la Eurocup con una derrota insulsa y que no disipa la nube que acompaña a este proyecto casi desde que se gestó este verano.