Fue el genial Pierre-Jules Renard el primero que advirtió que la modestia no debe de ser un gran esfuerzo para los grandes hombres, lo realmente difícil es no ser nada y, sin embargo, modesto. Así que se comprende que Iván Fandiño, parco en palabras al menos a larga distancia, reste importancia a sus triunfos y a través de su twitter (con más de 14.600 seguidores) reconozca que, ante tragedias como la que se ha vivido en Santiago, "dan igual premios, orejas, cuando uno se da cuenta lo que ha ocurrido y lo que te golpea la vida".

De ascendencia gallega y sin tradición familiar taurina, Iván Fandiño Barros (Orduña, Vizcaya, 1980) optó por la pelota vasca antes de decantarse por el arte de Cúchares a los 14 años. En 2005 la plaza de Bilbao fue escenario de su alternativa y desde su misma presentación en 2011 fue considerado el torero revelación en San Isidro. Este año ha obtenido triunfos en las principales plazas españolas y francesas: mejor faena y torero más destacado en Las Ventas, triunfador de las ferias de San Fermín y Arlés...

-Trofeos a la mejor faena y al torero más destacado de San Isidro, también en Pamplona y en Arlés... ¿está en el mejor momento de su carrera?

-Bueno, mi carrera esta en pleno ascenso, creo que estoy en un momento de plenitud, pero espero no dejar de crecer y que al año que viene me pregunte lo mismo. En ello está mi triunfo, en seguir queriendo ser mejor cada tarde.

-¿Por qué decidió hacerse torero?

-Supongo que fue una llamada del destino, no hay un motivo claro para que un chaval con 15 años decida hipotecar su juventud y futuro por un sueño casi imposible. Mis primeros recuerdos taurinos son los encierros de Llodio, de muy niño.

-¿Cómo ha evolucionado su forma de torear ?

-Pues siempre buscando la máxima pureza y verdad, ha crecido en técnica y expresión. Aunque creo que el toreo es una fuerza del corazón y la técnica debe aprenderse para olvidarla mientras toreas.

-¿Cómo le gustaría torear?

-Me gustaría olvidarme del cuerpo, me gustaría fundirme tanto con el toro que fuéramos uno, sentir abandono, ritmo, paz, acariciar cada embestida. No se cómo lo conseguiré, pero sueño con ello cada día, y por ello hago una vida espartana, busco el horizonte en el sacrificio diario.

-¿Qué hace cuando no torea?

-Campo, soledad, monto a caballo, entreno, sueño. Vengo de una familia humilde, tengo una vida humilde y ni el triunfo ni el dinero me cambiarán. Busco ser auténtico, en la calle y en la plaza.