Desempacando las trajinadas y golpeadas maletas consecuencia de la transformación que sufrió mi espacio, mi mundo, mi vida. Decido dejarme ayudar, salir del querer hacerlo todo y valerme por mí mismo, animado por la soberbia y arrogancia de la que se alimenta nuestro pequeño pero lesivo ego. Alguien desconocido te escucha, aunque acostumbrado a estos sucesos, sientes que entra en empatía contigo, te pregunta cómo te sientes en este momento, el presente, el real, el que realmente importa. Ya el pasado es enseñanza, y el futuro... el futuro es nada, pero no me malinterpretes, es decir, lo que tardas en planearlo, él te cambia por completo, en un pestañear de ojos, en un aletear de mariposa, en un despertar a la realidad. La realidad, esa que sientes y tratas de asimilar ineficazmente, son miradas, palabras, gestos y actos que, involuntarios, te hacen sentir diferente. Pero la diferencia realmente la pones tú, ya que es aprender, desaprender, conocer, compartir, muchas veces soportar en silencio. Pero eso te fortalece, la enseñanza más grande no la hace del todo la academia, la hace la interacción humana, porque alguien siempre tendrá conocimiento que aportarte y a esto súmale ¡sentimientos!...que no todos serán positivos, pero de eso se trata, de sentirte vivo.

Los duelos son pérdidas y todos los asimilamos diferente, pero debemos darnos nuestro momento a gritarlo, llorarlo y hasta disfrutarlo porque sabes que el perder es también llevar menos peso a cuestas. Con el tiempo te sientes más liviano, pero lleno de conocimiento vivencial, que es ese que aprendemos cuando nos pasa, no por concejo sino por tu pellejo. La cicatriz te recordará constantemente lo aprendido y querer o no volver a vivirlo.

Nueva casa, nuevos paisajes, nuevo rumbo, en instantes culpando a quienes lo habitan en ser partícipes de nuestra frustración. Ellos sólo viven su vida en el espacio en el que crecieron. Somos nosotros que, por infortunios, invadimos ese espacio debiendo entender que en otra casa debemos integrarnos, participar y aportar la diferencia cultural e intelectual que tenemos, ya que eso a la larga le suma a las dos partes.

Pero el comportamiento humano siempre lo llevará a sentir que en mi casa es mejor. No es mejor, es con lo que creciste y te enseñaron que eso es lo mejor porque no conocemos otra manera de hacerlo, pero cuando las conoces el único camino es crecer.

Al compartir, me estás diciendo no es mucho, es lo mejor, no es como lo esperabas, pero para mí en este momento es mucho mejor y es como lo esperaba, gracias...gracias España por abrir su corazón y a cada una de las personas anónimas que construyen una mejor sociedad con base en la equidad y la solidaridad.

Recuerden que siempre tendremos algo positivo que aportar.

*Roa es el seudónimo de una de las personas solicitantes de asilo que apoyamos en Torre del Mar, autor de la escultura que acompaña el texto.