El coloquio de los perrosTeatro EchegarayDirector: Emilio del Valle Actores: Chema de Miguel y Chete Lara

En el Teatro Echegaray la compañía Inconstantes Producciones presentó una nueva versión de El coloquio de los perros, escrita y dirigida por Emilio del Valle. Este texto de Miguel de Cervantes es asiduamente teatralizado y versionado por su particular estructura narrativa, en la que dos perros hablan y nos cuentan sus historias. La relación de estos canes con sus sucesivos amos es el argumento que utiliza Cervantes para reflexionar sobre la condición humana y su crisis de valores que astilla nuestro modelo de civilización, donde imperan las exigencias y manipulaciones del mercado que obligan a todos a luchar por su supervivencia. Del Valle pone a dos viejos actores en su camerino poco antes de empezar la función y actuar como perros; así sus personajes se desdoblan en canes y actores pasando de unos a otros durante todo el desarrollo de la función. Peralta/Cipión y Campuzano/Verganza mezclan los relatos entre los de sus propias vidas como artistas de teatro y los hechos de la vida de los animales a los que representan. En este doble juego de individualidades compartidas se critica los abusos del poder absoluto, hay lugar para el maltrato, la bondad, el racismo, la amistad, la locura, la sabiduría... Pero, sobre todo, se retrata la constante necesidad de sobrevivir. Eso permite que surjan referencias o guiños hacia nuestra actualidad más cercana, con mención a la enorme crisis económica que nos ahoga o a los escándalos políticos que surgen día a día.

Una plataforma elevada reducida de color blanco es el espacio escénico, que, por acción de la iluminación, se va tiñendo de colores cálidos o fríos para acompañar las diferentes escenas. Una mesa doble de camerino con su espejo y sus luces manipulada por los propios actores marca el comienzo y el final de la obra y nos indica el cambio de marco espacial. El vestuario también sigue este parámetro de lo actual y lo clásico con pesados trajes de época o camisetas modernas; así, por ejemplo, unos originales sombreros de cabeza de perro nos informan de los momentos en los que se transforman en las simpáticas mascotas.

Mucho humor, ironía, sarcasmo y elocuencia sostienen el desarrollo general de la representación; hay algunos altibajos en el ritmo que hacen perder la atención general, por sucesivas entradas o salidas sin demasiada justificación. Pero los actores se muestran vivaces y verosímiles, logrando entrega y afinidad con el público que se divierte siendo testigo de sus andanzas. Es una singular muestra de la crítica cervantina semejante con nuestra realidad más actual.