De momento, el nuevo director titular de la OFM, Manuel Hernández Silva, viene con «un ánimo a prueba de balas», tal y como confiesa. De hecho, ni siquiera el hecho de ser el primer batuta de la OFM de un tiempo a esta parte que trabaja sin el horizonte más o menos cercano de la inauguración del Auditorio parece minar su ánimo: «No me desanima, porque el desánimo va en contra de mi naturaleza». Eso sí, lo tiene claro: «El auditorio es el alma de un instrumento como la orquesta. Me parece necesarisísimo».

El futuro palacio de la música que pasó de sueño acariciado a quimera con la reciente disolución del consorcio que se iba a encargar del proyecto es, eso sí, un equipamiento innegociable. Lo tienen claro hasta los representantes políticos, como el concejal de Turismo, Damián Caneda: «Tenemos que hacer un gran auditorio, no un apaño para salir del paso, porque, además, estoy convencido de que generará demanda. Pero hasta el momento no se ha encontrado la fórmula para financiar los 100 millones que supondría hacer realidad el proyecto y los 5 al año para mantenerlo. Pero no tenemos que renunciar a ello».