­¿Cuál fue su primer contacto con la cocina?

Yo empecé a cocinar hace veinte años. Mis padres murieron y tuve que hacerme cargo de mis hermanos, por lo que tuve que cocinar por obligación, más que por pasión. Pero hace diez años noté que había crecido culinariamente, ya que había cocinado tanto para mis hermanos y mi familia... Así que empecé a experimentar con la cocina creativa. Pero teniendo en cuenta la cocina tradicional, que es mi base.

¿Se ganaba la vida pinchando antes de entrar en Masterchef, no?

Sí, yo me he ganado la vida pinchando pero también he trabajado antes en tiendas de ropa. Me tiré doce años trabajando, de los cuales ocho en una empresa en la que yo me dedicaba a comprar ropa en Estados Unidos para exportarla aquí. Desde hace 17 años descubrí el mundillo de los platos y lo combiné con la tienda. Hacía de todo. La cocina era un complemento más.

Cocina y música son dos mundos competitivos. ¿Cómo lo afronta?

Pues trabajando duro... Una serie de circunstancias y mi manera de ser me han hecho llegar a donde estoy.

¿Por qué cree que la seleccionaron entre 9.000 personas que se presentaron al casting?

Masterchef es un talent show y por lo tanto un 50% depende de la personalidad, y el otro 50% restante depende de cómo cocines. No todo se basa en la cocina, pienso yo. Ellos vieron en mí que soy una persona con un carácter muy marcado. Ya tengo 40 años y soy una persona muy fuerte, pero allí me derrumbé. El programa es muy duro y allí se sufre mucho. A pesar de todo, ellos me cogieron en parte por aptitudes. Creo que soy una persona que da juego.

En uno de los capitulos hizo de capitana y fue desastrososo. ¿Se ve usted capacitada para dirigir un restaurante?

Hombre, pero fue porque le hice caso a todo el mundo y al final me salió el tiro por la culata. No fue culpa mía. Pues no lo sé. Tendría que probar. Aunque yo soy muy disfrutona, me gusta mucho perrear, viajar continuamente, salir... Disfrutar de la vida en general y no ser una esclava del trabajo.

Usted dijo hace poco que le encantaría tener un programa donde fusionase cocina, música, arte y moda. ¿Le han ofrecido algo similar en TV?

Sí, tengo en mente presentar algo más adelante. Ahora me estoy adaptando a mi vida fuera de Masterchef. Prácticamente acabo de salir del programa como aquel que dice. Y claro, mi vida ha cambiado porque me he vuelto famosa entre comillas. Ahora estoy inmersa en un proyecto mío, el catering Santa Gourmet Plays, en el que ofrezco un servicio de comidas enfocados a eventos más privados. Tampoco me cierro a nada. A mí me encantaría ser presentadora de cualquier programa. Antes de entrar en Masterchef me llamaba la atención, pero una vez que he entrado en el programa me he dado cuenta de que me vuelve loca la televisión.

¿Entonces es algo que cree que le venía de casa, quizá?

A mí siempre me ha gustado mucho la tele. Incluso mis amigos me decían que era muy televisiva. Muy showgirl. Todo el mundo me lo dice siempre, que tengo ciertas aptitudes. Entonces mi cuñada y mi hermano me animaron a que me presentara al programa y así lo hice.

¿Entonces fueron ellos los que te animaron a que te presentaras al casting?

Sí, porque yo no me quería presentar a ningún programa de cocina. Sencillamente porque yo cocino en mi casa, a mi manera, sin ninguna presión y sin nadie que me juzgue.

¿No piensas que esta segunda edición de Masterchef ha sido más reality que talent show?

No estoy de acuerdo. Masterchef no es un Gran Hermano. La convivencia en casa por ejemplo no se ve y estamos 24 horas en casa juntos. Lo que pasa es esto esto al fin y al cabo es un reality show entre comillas y tiene que haber algo de chicha para que la gente aguante dos horas sentada en el sillón mirando la tele. Eso sí, a veces el jurado se pasaba mucho y yo me sentía fatal.

Pero parece que lo que dicen está programa, ¿no?

Bueno... Son cosas de las que no puedo hablar. Tengo voto de silencio. Lo siento.

Entonces ¿y los malos rollos con los compañeros durante el programa?

No todo es lo que parece ser. Es televisión. Después todos nos llevamos la mar de bien, e incluso tenemos un grupo de WhatsApp, en el que hablamos todos los días.

¿Es muy duro entonces resistir a la experiencia Masterchef?

Sí, es durísimo, psicológicamente trabajas mucho. Ten en cuenta que son 18 horas en exteriores. Nos levantábamos a las cuatro de la mañana y nos acostábamos a las tantas.

Ya me ha comentado que lleva más de tres lustros pinchando en cabinas. ¿Qué opinión le merece el intrusismo en la profesión?

Uf. Esto es un tema que me quema porque parece que cualquiera que tenga un portátil puede ser discjockey. Yo pincho con mis platos y no salgo de ahí. Tengo mi precio fijo y mi propio repertorio. Si alguien me pide otra cosa ahí tiene la puerta.

¿También es tan exigente a la hora de comerse un plato en cualquier restaurante de Málaga?

Sí. No suelo mirar los precios. A mí me interesa que la calidad sea alta. La Reserva del Higuerón y el restaurante de El Candado son mis favoritos de la ciudad. La calidad y el servicio son perfectos. Ahora también te digo que me encanta irme de chiringuitos por Pedregalejo y comer por 10 euros. Los espetos malagueños son una de mis debilidades. Y deberían ser más internacionales.

¿Qué plato no falta nunca en la mesa?

Mis croquetas caseras, sin duda.

«La cocina tradicional siempre ha sido mi base»

La chef reconoce que hacer de comer a sus hermanos desde que era una adolescente le dejó huella. «Hay que innovar pero sin dejar a un lado la abuela que todo el mundo lleva dentro», reconoce Ruiz, que cuenta cómo sus croquetas causan furor cada vez que las elabora.

@IsaJumanji