La riqueza de la provincia de Málaga nos ofrece secretos desconocidos para la mayoría como la existencia de ganaderías de toros. Cierto es que el campo bravo malagueño no goza de la tradición del salmantino, gaditano o hispalense, pero en la última década se están prodigando las explotaciones de estas características.

Abanderada de ellas es la ganadería de Manuel Blázquez, que data de 1995 pero que desde hace una década pasta en La Saucedilla, ubicada en el término municipal de Antequera. De este modo, el criador antequerano cumplía su sueño de dar uso a esta finca familiar que reúne todas las características necesarias para que los reyes de la dehesa campen a sus anchas a lo largo de sus 410 hectáreas de encinas.

Esta fecha del año es la que Blázquez escoge para realizar una de las tareas de selección más importantes: los tentaderos. Cada año, matadores de toros acuden a la plaza ubicada junto al pantano con el que cuenta la finca, resguardada por dos grandes rocas. Figuras del toreo de la talla de El Fandi, Perera, Castella, López Simón, Paco Ureña, Emilio de Justo o Alejandro Talavante ya conocen la nobleza de estas vacas, procedentes de Núñez del Cuvillo.

El pasado miércoles era el turno de los toreros malagueños Salvador Vega y Fortes. «Siempre me gusta atenderlos», reconocía el ganadero, satisfecho también con que «principiantes como Rafael León también participen en estas labores». Para ellos, el mayoral y el vaquero que viven durante todo el año en el cortijo con sus familias habían apartado tres vacas y un toro.

Otros profesionales del toro de Málaga, como el banderillero Juan José Trujillo o los picadores Francisco y Adrián Navarrete también estaban presentes en este rito, en el que el ganadero debía evaluar la bravura de estos animales para ver si su destino sería permanecer en la ganadería como madres. En ese caso, habrían regresado a su otra finca de Busalfao en la localidad portuguesa de Évora, donde se encuentran los sementales y vacas de vientre.

Llegaba en primer lugar a este enclave, ubicado junto a la autovía de Las Pedrizas y a las faldas de El Torcal, el diestro de Manilva Salvador Vega, que este año regresa a los ruedos. «Hace un día magnífico, y ésta es una ganadería que está en muy buen momento, así que seguro que vamos a disfrutar muchísimo», aventuraba mientras se ajustaba unos zahones.

Instantes después hacía presencia Fortes, fundiéndose los dos espadas en un cariñoso abrazo, y saludando ceremoniosamente al ganadero, que ejerciendo de anfitrión autorizaba la salida en primer lugar de las tres becerras. «La segunda que ha toreado Vega ha sido extraordinaria, con mucha clase», indicaba satisfecho Blázquez, que sin embargo confesaba que la alta exigencia que le imprime a sus reses ha hecho que no haya pasado de una nota de un ocho, lo que no le permite superar el corte». Con todo, las tres vacas permitieron disfrutar al selecto grupo de personas que, en silencio absoluto, contemplaban un tentadero en el que se vieron momentos de complicidad entre los dos espadas.

Como colofón, quedaba por echar un toro. «Se trata de un animal que ya ha cumplido los seis años y, por tanto, ya no se puede lidiar en una plaza de toros», explicaba su propietario. Tras quedar como sobrero en la plaza de Las Ventas de Madrid, donde lidiaba por primera vez el pasado año en la despedida de El Cid, había que probar si servía como semental. De imponente presencia, saltaba al ruedo con sus pitones enfundados para prevenir cualquier percance no deseado, y ante él se plantó Fortes para demostrarse a sí mismo que se encuentra plenamente recuperado de la grave lesión que le ha mantenido un año entero en el dique seco. «Ha ofrecido sus dificultades, pero a la vez ha sido agradecido», exponía el diestro para destacar la nobleza del astado. «Cuando le hacías las cosas bien y con imposición mejoraba su condición, y eso te hace pensar y crecer como torero», añadía.

Una vez concluido el tentadero, era el momento de regresar al cortijo para que los toreros se cambiaran de ropa y, al abrigo de la lumbre, se pudieran compartir impresiones mientras se reponía fuerzas. «El tentadero ha tenido vacas con clase y hemos podido disfrutar», sentenciaba Vega, en una impresión que era ratificada por Fortes, que se alegraba de que «hace unos años casi nadie sabía que existía esta ganadería, pero ya todo el mundo la pone en el mapa y sabe quien es Manuel Blázquez y qué tipo de animales lidia».

Rivales, compañeros

Aunque rivales en el ruedo, el compañerismo prevalecía durante toda la jornada, especial por suponer un reencuentro entre dos de los grandes referentes taurinos malagueños del momento. «Me ha ilusionado mucho volver a ver a Salvador, y encontrarlo con tanta maestría, con tanto gusto», se sinceraba Fortes, a quien también elogiaba Vega. «He disfrutado mucho con él, ha estado sensacional con ese toro tan fuerte».

A la marcha, atrás quedaba la tranquilidad de esta dehesa de La Saucedilla, todo un ejemplo de biodiversidad en la que conviven toros bravos con venados, jabalíes, zorros, ginetas, patos o gansos. Un espacio con vida en el que el hombre contribuye a su conservación creando riqueza y puestos de trabajo.

Allí permanecen, como auténticos reyes, los 160 toros que un día podrán reivindicar su bravura en una plaza de toros. Algunos de sus hermanos ya saben lo que es regresar como indultados. Aunque directamente no lo exprese, queda el sueño de su ganadero de poder anunciarse en La Malagueta, donde únicamente lidió una novillada: «Tengo toros para lidiar en cualquier plaza, de hecho ya hemos estado en Madrid, así que aquí hay corridas aptas también para Málaga».