Cultura

Alba González, la escritora malagueña a la que la poesía salvó la vida

La autora, de 18 años, utiliza la palabra para combatir una depresión que la ha llevado a centros de internamiento y las redes sociales para difundir su experiencia. Ya tiene 600.000 seguidores en TikTok

Alba González, poeta malagueña de 18 años

Alba González, poeta malagueña de 18 años / Pablo Rosales

Rubén Román

Alba González tomó una de las mejores decisiones de su vida en uno de sus momentos más duros. Internada en un centro de recuperación psicológica, con tan sólo 16 años comenzó un viaje de introspección. Hizo un ejercicio de arqueología por los márgenes de sus cuadernos buscando sus pensamientos más íntimos, unas ideas que cristalizaron en su primer libro: Una vida sin salud mental. Tres años después, este viernes 21 de abril presenta su tercer libro, Cicatrices que duelen, en la Casa del Libro. 

La poeta malagueña tiene ahora 18 años, pero empezó a escribir a los 12, aunque de manera tímida. Sus palabras eran solo para ella, si había que narrar algo para un trabajo en el colegio, lo escribía, pero no lo entregaba. Con el tiempo, su relación con la escritura se fue haciendo más cruda: “No me encontraba bien y tampoco sabía cómo expresarlo si no era por escrito”, cuenta la poeta. 

Alba González, poeta malagueña autora de 'Cicatrices que aún duelen'

Alba González, poeta malagueña autora de 'Cicatrices que aún duelen' / Pablo Rosales

Una vida sin salud mental

Gran parte de su vida está hilada por enfermedades relacionadas con la salud mental, el tema que articula la totalidad de su producción literaria. Desde 2017, González ha experimentado problemas con ideas suicidas, depresión, ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria (TCA). 

En 2021, la situación se hizo insostenible. “Todas las semanas estaba al borde de la muerte”, confiesa la poeta. Para intentar gestionar la situación, decidieron internarla en un centro psicológico, el lugar donde, sin pretenderlo, comenzaría su carrera literaria. Dedicó gran parte de su tiempo internada a recopilar lo que había escrito durante años en los márgenes de sus cuadernos, diseccionando sus ideas y seleccionando las más brillantes. 

El resultado fue un libro de poesía que se presentaba ante ella como un arma de doble filo: podía ser lo que le diese el empujón que necesitaba para mejorar o lo que la hundiese aún más en sus pensamientos. 

Aunque González dudaba de que su voz pudiese alcanzar a nadie, tenía la intención de ayudar a aquellos que estuviesen en su misma situación. Ojo, no como lo haría un profesional de la psicología, sino como una compañera de viaje más en la que se pudiesen ver reflejados.

Así, subió el archivo en pdf a la página web de una papelería para poder imprimirlo y comprarlo ella misma. Con el libro en sus manos, comenzó a compartir pequeños extractos a través de sus redes sociales, que le sirvieron de trampolín. Poco a poco, sus palabras fueron cogiendo tracción y ganando popularidad hasta que una editorial contactó con ella para publicar su obra. Una vida sin salud mental era una realidad. 

González ha recibido críticas de personas que pensaban que sus libros son una guía psicológica, cuando, en realidad, no suponen nada remotamente parecido: “Mucha gente piensa que cualquier libro que trate la salud mental es algo equivalente a la terapia”, matiza la escritora.

Lo suyo es otra cosa: escribe para trasladar sus inquietudes a la hoja y vaciar su cabeza durante unos instantes. Se trata, por tanto, de un acto de vehemencia, casi involuntario, que poco tiene que ver con el estudio de la técnica poética o de su historia (aunque, claro, tiene favoritos: Alberto Ramos, Elvira Sastre, Rupi Kaur y Sara Búho). "La mía es una poesia muy intrínseca, me sale plasmarla en la libreta, no estudiarla", asegura Alba, quien, eso sí, manifiesta el más profundo respeto por los poetas más ortodoxos.

Luchar en redes sociales

En la actualidad, González ha vendido más de 6.000 libros, muchos de ellos en Latinoamérica, cuenta con más de 600.000 seguidores en Tik Tok y sus hashtags en redes sociales sobrepasan los 140 millones de visualizaciones, la gran mayoría también procedente de Latinoamérica. 

Las redes sociales no suelen ser un elemento muy apreciado por los expertos en salud mental; la poeta malagueña reconoce que pueden ser nocivas para ella, por supuesto, pero, en su caso, el balance es positivo: “Ya no lo estoy sufriendo sola, ahora tengo voz, tengo altavoz, puedo ayudar a personas y puedo denunciar otras cosas”, explica Gónzalez.

Entre las luchas por las que aboga en sus redes sociales se encuentra la falta de recursos destinados a la salud mental en la sanidad pública. “No te dan la que necesitas”, cuenta González. “La situación actual es que para toda Andalucía solo hay un centro de TCA —incide—, la situación actual es urgente”. Se refiere al Centro Guadalmedina, abierto en 2022 y que con 16 camas sirve de centro de referencia para Málaga, Huelva, Cádiz, Sevilla y Córdba.

Ella misma ha sido y sigue siendo usuaria de la atención psicológica del Sistema Sanitario Público y sigue experimentando sus limitaciones en este ámbito. “Es muy gratificante encontrarte con alguien que te entiende y a quien le importas, —explica la poeta— pero es muy frustrante ver que tienes una sesión al mes de tan solo media hora”.

Las derivaciones tempranas al psiquiatra también es una de sus luchas. “Pasa con la depresión, pasa con el TCA, con el TLP, te derivan y con una pastilla te mandan a tu casa”, cuenta González.  Desde su punto de vista, la medicación recetada por los psiquiatras sirve como “puente” para poder tratar las diferentes enfermedades mentales, pero no sustituye a la terapia. 

La vida de Alba González no ha cambiado de la noche a la mañana, quizá ahora escribe poemas que llegan hasta el otro lado del charco, pero aún sigue trabajando poco a poco en su salud mental. A corto plazo, sus próximas paradas son la presentación de Cicatrices que duelen en la Casa del Libro el viernes 21 de abril y una firma en la Feria del Libro de Málaga el 5 de mayo.

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