Entrevista | Jorge Molist Escritor

«La literatura me permite rescatar los días de gloria del Imperio Español»

Ha tenido varios oficios [aprendiz de imprenta, reparador de radios, vendedor de libros, extra de cine...] antes de ocupar cargos de alto ejecutivo en multinacionales. Ahora, sólo hace lo que más le gusta: escribir libros como El latido del mar. Lo presenta hoy en el Real Club Mediterráneo, prologado por el redactor jefe de La Opinión José María de Loma

Jorge Molist (Barcelona, 1951) en el Museo Naval de Madrid.

Jorge Molist (Barcelona, 1951) en el Museo Naval de Madrid. / JAVIER OCAÑA

Jorge Dávila

¿De dónde surge El latido el mar?

La inspiración de esta novela me vino al ver un cuadro que está en el Senado titulado Entrada de Roger de Flor en Constantinopla [José Moreno Carbonero 1888 - Lienzo]. El lado derecho es luminoso, que es el que representa a un Imperio Bizantino ya en plena decadencia, y en el izquierdo, algo más oscuro, se ve a Roger de Flor montado a caballo al frente de las tropas almogávares que combatieron en el Mar Mediterráneo al servicio del reino de Aragón. Los golfines, que también estaban en el ajo, pelearon del lado de Castilla... ¡Entonces éramos muy buenos!

Sí, poderío había de sobra para dar y tomar.

Muchos desconocen que Atenas, la capital de Grecia, fue durante 100 años española. Eso se lo debemos a los almogávares y a un personaje del que se ha escrito mucho de sus logros, pero menos de su infancia. Yo, sinceramente, creo que su niñez es bastante más épica que sus años de esplendor.

Conocer tan bien lo que en su día fuimos en el Mediterráneo es una ventaja a la hora de levantar una historia de este calado, ¿no?

Un poco sí que me ha ayudado [Sonríe]... Entre unas cosas y otras, ya llevo casi diez años averiguando nuestra historia en el Mediterráneo. El pasado español en ese mar es impresionante, pero se nos ha olvidado. Mucho antes de América, de Flandes, de las Islas Canarias ya estábamos allí...

Sí, fuimos casi dueños del Mediterráneo...

...la parte occidental sí que fue española y, en ocasiones muy puntuales, también tuvimos algún pedacito en la parte occidental. La mitad de Italia para abajo, con Nápoles a la cabeza, Sicilia, Malta, la isla de Cerdeña y un montón de enclaves en el norte de África eran nuestros. Con el riesgo de que me consideren un pesado, yo me empeño una y otra vez en recordar las hazañas de nuestros antepasados porque es una forma de que nos sintamos orgullosos de lo que lograron.

¿Qué vamos a encontrar en El latido del mar?

Es una trama de supervivencia y de amor. Luego, si así lo quieren entender los lectores, hay una historia de justicia y venganza poética. Blanca es una noble de Brindisi que lo pierde casi todo en la guerra: fallece su querido marido, le arrebatan sus posesiones y sólo sobrevive su hijo de un año, que al cabo de los años es el personaje [Roger de Flor] que entra en Constantinopla de una manera tan gloriosa.

¿Hay mucha redención?

En este libro hay mucha más superación que redención... Una madre es capaz de todo y más con tal de proteger a su pequeño y Blanca es una mujer acostumbrada a ser servida, bastante atractiva, que ahora sirve a los demás. Y cuando digo que sirve a otras personas estoy diciendo que va a vivir situaciones complicadas. El niño, que es un pequeño golfete, vaga por el puerto de Brindisi con el único objetivo de embarcarse, pero lo va a hacer nada más y nada menos que en una galera templaría. Y ya voy a ir parando porque me emociono y le acabo contando el libro... ¡Eso es histórico, cuidado!

Parece que no ha dejado usted nada al azar.

No lo he hecho. No es por presumir, pero es difícil encontrar a un buen profesor de historia que sepa tanto de este asunto porque he concentrado unos cuantos años de mi vida en averiguar qué pasó en el Mediterráneo en esos años.

Cuando publicó La reina sola dijo que no quería dar lecciones de Historia, pero sí contar una historia.

La Historia es importante y me he pasado mucho tiempo estudiando los capítulos que más me llaman la atención y despiertan mis emociones. En este caso, la literatura me permite rescatar los días de gloria del Imperio Español... Los peores ya los suelen contar muy bien los periódicos a diario.

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