Entrevista | Rocío Molina Bailaora

Rocío Molina: «Siento que se acerca un cambio pero prefiero que me lo cuenten la vida y el cuerpo»

Referente malagueña del flamenco más vanguardista, Rocío Molina regresa el 12 y 13 de abril a la provincia con su arriesgada pieza 'Caída del cielo' en el Teatro del Soho

La bailaora lleva un tiempo sin producciones pero le ha servido para desbordar su creatividad y que las nuevas producciones vengan "de una forma sana y bonita"

Imagen de archivo de Rocío Molina.

Imagen de archivo de Rocío Molina. / L.O.

David Ariza Llanero

Asegura Rocío Molina (Torre del Mar, 1984) estar «muy ilusionada» con volver a Málaga con 'Caída del cielo' (Teatro del Soho CaixaBank, 12 y 13 de abril, 20.00 horas), una de sus obras más señeras. «Me hace mucha ilusión volver en este ciclo nuevo de mi vida con una obra de hace tanto tiempo que pertenece a ciclos anteriores, recuperar ese cuerpo y, nunca mejor dicho, volver, a ese tiempo, a ese cuerpo y a mi tierra, a la que siempre voy volviendo», nos cuenta la bailaora, Premio Nacional de Danza y que con esta función, un viaje en descenso de una mujer por sus luces y sombras, ganó tres Premios Max. 

Estrenó 'Caída del cielo' hace seis años en París. Entonces dijo que era su obra «más arriesgada y provocadora». ¿Lo sigue siendo tanto tiempo después?

Sigue siéndolo, quizás no la que más porque ha habido transformación, evidentemente, pero sí es verdad que puede ser una obra muy significativa, eso sin duda y también es una obra que marcó mucho mi carrera.

Cuando mira a la Rocío Molina de entonces, la de hace seis años, ¿la reconoce en usted o ha cambiado mucho?

Sí, claro que la reconozco siempre hay cambios, claro, hay evoluciones; hay, sobre todo, mucha transformación, pero me gusta hacer esa miradita hacia atrás y ver que me reconozco y meterme en ese cuerpo... Recuperar ese cuerpo es un ejercicio que me gusta.

Imagen de archivo de Rocío Molina

Imagen de archivo de Rocío Molina / L.O.

Este 2024 cumple 40 años, una fecha que muchos y muchas aprovechan para hacer un balance, para echar la vista atrás. ¿Lo está haciendo usted? ¿Qué balance hace de su vida? 

Simplemente, escucho, escucho el cuerpo, escucho la vida, cómo cambian tantas cosas, pero no, tampoco hago un balance ni un resumen, simplemente me dejo llevar y entender los cambios. Evidentemente, voy sintiendo que se acerca un cambio, pero prefiero que me lo cuente la vida y el cuerpo antes de adelantarlo mentalmente, simplemente por el hecho de que tenga que ser ahora. A lo mejor no es a los 40 y es ahora a los 39 o a los 45, yo qué sé. Pero sí está claro que se augura cambios de ciclo.

¿Cuál considera que ha sido el mayor desafío al que se ha enfrentado hasta ahora?

Hay muchos retos pequeños que luego resulta que han sido grandes. Sin duda hay cosas que giran. Yo no soy una persona de ponerme así grandes retos ni desafíos, dejo simplemente que la vida me sorprenda y me sorprenden cosas que pueden ser más insignificantes, más pequeñas; y eso resulta que me mete en una hondura fuerte. Mi mayor desafío puede ser este trabajo que siempre intento del silencio o de la quietud; ambas son cosas que igual persigo y observo que no consigo, aunque sigo persiguiéndolas.

Me inspiran los artistas de la calle, de los pueblos, la gente que no se cree artista

Rocío Molina

— Bailaora y Coreógrafa

¿Qué lugar ocupa la danza ahora mismo en su vida?

Ahora mismo se traduce en movimiento y expresión. Más que danza, es verdad que la palabra danza se me ha difuminado muchísimo; disfruto viéndola, pero para mí la propia palabra se ha difuminado, ha perdido la figura de la danza y ahora simplemente es un volumen que se mueve, que vibra, que se mueve más a través de sensaciones que por movimiento o estética.

Su arte se nutre de disciplinas que van desde la literatura hasta la filosofía, ¿qué artistas la están inspirando más ahora mismo?  

Me inspiran los artistas de la calle, de los pueblos, la gente que no se cree artista. Es verdad que curioseo, me gusta mucho pararme a observar o curiosear simplemente, aunque sea de pasada lo que me vaya encontrando por casualidad o amigos que me ceden libros o un paseo que te das por algún museo. Lo que más me suele inspirar es la lectura y volver un poquito, siempre volver a lo que siempre te ha gustado en realidad. A mí me gustaba Fernanda Romero [una temperamental bailaora gitana] y es que hoy la vuelvo a ver y veo el mismo vídeo que llevo viendo 25 años y parece que la he visto por primera vez y me gusta que eso permanezca así.

Hace un año nos dijo que se había dado dos años de plazo para no hacer nueva producción, para disfrutar de las obras que ya había hecho, para cuidarlas, y supongo que ese plazo pronto expirará. ¿Le van rondando ya ideas para una nueva producción? 

Ha sido muy bonito cumplir la promesa de los dos años y me ha enseñado muchas cosas; de hecho, me ha recargado muchísimo y ahora tengo el sentido recargado de por qué quiero seguir creando mientras que antes simplemente era una inercia creada simplemente pues por eso, por incercia. Ahora me he dado el espacio hasta de echarlo de menos. Tengo que cumplir el tiempo realmente y una vez que cumpla eso, pues se desborda la creatividad y viene de una forma muy sana y muy bonita.

Vive en pleno campo, en un pequeño pueblo de Sevilla. ¿Cómo se ve la vida desde allí, con más perspectiva?

Aquí el cielo es más grande, tengo más cielo, menos ventanas... Por ejemplo, no tengo mucha cobertura, no tengo acceso a las tiendas, al producto, los productos son los que son.. Pero el cielo es muy grande y me da mucho espacio para contemplar y detenerme más en la naturaleza, en el silencio y poder mirarte para adentro y al final eso se revierte en creatividad, permitiendo vivir una vida creativa por estar cerca de la naturaleza y poder tener el silencio para poder mirarte hacia adentro.

¿Qué es lo que más le preocupa ahora mismo del mundo en qué vivimos?

El engaño, la mentira, el construir algo que no sea real o que no parta del propio cuerpo. Todo eso es algo que evidentemente, por la generación mía y porque ahora hay otras realidades donde no existe el cuerpo y simplemente la presencia no requiere de un cuerpo, me asusta, pero porque no entiendo otra cosa, pero tendré que entenderlo, modernizarme. En realidad, tener sólo el conocimiento del cuerpo me asusta.

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