La bandera, que se convirtió en símbolo de la catástrofe después de que la recogiera un pescador tras el tsunami que arrasó la localidad costera de Talcahuano, se instaló el 7 de junio en el mástil principal del complejo de Ingwenyama, lugar de concentración de Chile en Neslpruit. Icono del esfuerzo y la esperanza durante el terremoto del 27 de febrero, la bandera rasgada —que fue cedida por su propietario a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) de Chile– ha presidido desde entonces cada entrenamiento.

Los cuatro carabineros chilenos uniformados que acompañan a la selección en Sudáfrica la izan cada mañana a las 8 horas y las arrían a las 18, una liturgia que se vio alterada durante la jornada de ayer. Por la mañana, del mástil principal de Ingwenyamaba colgaba una bandera de Chile completamente nueva y reluciente y no había ni rastro de la enseña del terremoto, que presenta manchas de barro y una rotura ostensible en la tela.

Pero todo tiene una explicación, porque ese emblema patrio sigue siendo, en la concentración chilena, algo sagrado. La bandera rasgada viajó el miércoles hasta el estadio Mbombela, donde se disputó el partido ante honduras, a petición del presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls.

Y allí vivió en directo la primera victoria que logra la «Roja» en una fase final de la Copa del Mundo desde 1962, cuando Chile ganó en Santiago (2-1) a la extinta Unión Soviética en el Mundial del que era anfitrión.

La bandera rasgada dio suerte al equipo que dirige Marcelo Bielsa, y por eso dentro de dos días también viajará a Port Elizabeth, donde el combinado sudamericano se medirá a Suiza en el estadio Mandela Bay.

Ayer, la bandera del terremoto debía haber sido izada, como siempre, a las 8 de la mañana, pero hacía mucho viento. La policía chilena, por miedo a que la enseña pudiera deteriorarse aún más, la sustituyó por otra en perfecto estado. Pero hoy volverá a presidir en el entrenamiento de la selección.