El tercer torneo de Grand Slam de 2010 vuelve a primer plano con idénticas discusiones que en los dos ya jugados, que repasan las infidelidades de Tiger, las opciones de Phil Mickelson de arrebatar a éste el liderazgo mundial, el auge del golf inglés o los más de once años de sequía prolongada para los españoles, y como novedad la nueva página para la historia que podría escribir Woods en la cuna de este deporte.

El Abierto Británico, como cada lustro, regresa al mítico St.Andrews, un campo ubicado en el mismo corazón de esta pequeña localidad de la costa escocesa en la que se respira un olor especial de golf añejo, del auténtico, que se mezcla con el aroma rancio de su Universidad ahora en receso veraniego y el salitre de sus enormes playas.

Nadie ha sido capaz de ganar por tres veces la Jarra de Clarete cuando el Abierto recaló en St.Andrews, pero Tiger, que levantó este diminuto trofeo en 2000 y 2005 (también ganó en Hoylake, en 2006), podría lograrlo si el domingo vence en esta 139 edición que hoy comienza.

Es posible que Tiger no atraviese su mejor momento para alcanzar el éxito en esta histórica tentativa. Sus vicisitudes personales, con un divorcio multimillonario en marcha, y la menor actividad competitiva con respecto a otras temporadas vuelven a lanzar al aire muchas dudas sobre su estado de forma y la predisposición para la batalla contra este links y sus frecuentes y cambiantes vientos.

Sin embargo, la transformación que Tiger experimentó en los torneos de Grand Slam disputados ya en 2010 (Masters y Abierto estadounidense) fue deslumbrante: en ninguno de ellos bajó del top-5.

Tiger, que pese a todo sigue al frente de la lista mundial, se entrena desde el domingo sobre la dura y seca hierba de St.Andrews. Aquí, entre las ondulaciones del campo y la carga emocional de sus greenes, el estadounidense ha hallado un refugio. En su mente habita un único pensamiento, el de plantear batalla y salir victorioso el domingo del Abierto Británico por cuarta vez, y tercera en este links emblemático.

El mismo sueño atenaza durante las noches al zurdo Mickelson, la gran alternativa al poder que ejerce Tiger, quien se impuso magistralmente en el abril de Augusta y que opta nuevamente a obtener por primera vez el número uno mundial. Tampoco es desdeñable el brillante papel que los golfistas ingleses y británicos desempeñan desde hace menos de un año a ambos lados del Atlántico.

Nick Faldo, en 1992 (Muirfield), fue el último golfista inglés que conquistó el Abierto Británico. Hoy son tres (Westwood, Donald y Poulter) los que figuran en el top-10 mundial y, a falta de otros éxitos deportivos, en Inglaterra miman pero a la vez miran con lupa a sus mejores golfistas.

Aspirantes

En cuanto al resto de jugadores de las Islas, las miradas están fijas en el irlandés Padraig Harrignton (campeón en 2007 y 2008), en el joven norirlandés de 21 años Rory McIlroy (noveno del mundo) o el reciente campeón del Open de los Estados Unidos, el también norirlandés Graeme McDowell.

La oportunidad también se presenta interesante para el golf español, que triunfa en Europa pero que acumula ya más de once años sin un ganador de Grand Slam, desde que José María Olazábal se enfundara su segunda Chaqueta Verde en Augusta, en 1999.

Durante estos 45 ´grandes´ sin rascar nada de nada, en España decrecen las ilusiones puestas durante muchas temporadas en el castellonense Sergio García, máxime cuando el deporte nacional goza de una salud envidiable (Gasol, Nadal, Alonso, Contador o la selección de fútbol).

Hace sólo 18 meses, García alcanzó el segundo puesto en la lista mundial, pero en la actualidad es el número 44 y ha cedido el pilotaje del golf español a Álvaro Quirós y al veterano malagueño Miguel Ángel Jiménez.

La memoria reciente tampoco ayuda al golfista castellonense si hay que rescatar las imágenes de su derrota en el desempate por el título de 2007 (Carnoustie) ante Harrington, cuando le tenía casi ganado en el hoyo 17. Con García embarrancado, la mejor baza para España será la maestría del malagueño del puro y la coleta, Jiménez, quien a sus 46 años acaba de ganar el Abierto de Francia y es sexto en la lista europea.

Además de Quirós, García y Jiménez, la ´Armada´ la completan José Manuel Lara, el también malagueño Alejandro Cañizares, Nacho Garrido y Fernández-Castaño.