El Estepona pecó ayer de poco osado. Hizo lo más complicado en los primeros minutos, tomar con soltura el centro del campo, sentirse cómodo y con ganas de buscar tres puntos vitales en sus aspiraciones para asentarse en la zona templada de la tabla, e incluso logró adelantarse en el marcador de Santo Domingo, en El Ejido, por medio de Rubén Cruz.

Pero todo lo que hizo bien en la primera fase del choque, se volvió en su contra con un planteamiento demasiado conformista para el resto del tiempo reglamentario. La derrota final fue fruto de su falta de ambición. Los jugadores locales supieron aprovechar además los fallos defensivos de los malagueños y así consiguieron, no sin mucho esfuerzo, darle la vuelta a ese marcador que se había puesto en el inicio muy cuesta arriba.

En general, la primera parte fue de muy poco fútbol y pocas ocasiones de gol. Los celestes estuvieron perdidos durante todo el periodo y los esteponeros aprovecharon un saque de esquina, al cumplirse el minuto 16, para hacer su solitario gol del encuentro y, a partir de ahí, trataron de defender este resultado.

Fue un auténtico espejismo, al conseguir además los locales igualar el tanteo cuando ya terminaba esta primera mitad. Fue en un acción de Moreno, hasta entonces casi desaparecido en cuanto a las ocasiones para batir a Ávila.

Hasta ese momento, se podían contar las oportunidades para uno y otro conjunto. El partido había comenzado con bastante emoción y ya en el minuto siete se producía una primera ocasión de peligro. Tuvo como protagonista a uno de los grandes valores de los costasoleños, Igna. Su zapatazo desde la frontal se le escapó a Valerio y, al quedarse en la frontal del área chica, el esférico puso en apuros a la zaga almeriense.

Un posible penalti sobre Rubén

Pocos minutos después se producía un posible penalti a Rubén Cruz, que no sería señalado por el colegiado después del mano a mano que el ariete visitante protagonizó con Valerio. Era el aviso de lo que iba a venir muy poco después. En la primera ocasión de gol clara de la tarde, un saque de esquina lanzado por Jonathan le sirvió de asistencia al reseñado Rubén Cruz, que de cabeza, totalmente solo en el segundo palo, batía al guardameta local.

Este gol dio momentáneamente alas a los pupilos de Burgueña. Pero con el paso de los minutos, sus hombres empezarían a relajarse, a sentirse dueños de la situación y capaces de defender con solvencia su mínima renta. Al final pagarían esa circunstancia. Antes de que se acercara el descanso, el Poli Ejido empezó a sacudirse la tensión, a librar su mejor pulso en la medular y con el constante toma y daca empezó a rondar los dominios del meta esteponero Ávila.

Los locales recogerían sus frutos al filo del minuto 45, en un barullo en área del Estepona que da lugar a un disparo de Villar desde la frontal. El balón impactó en la mano de un defensor malagueño, pero el árbitro no pitó en esta jugada el penalti. De la confusión en la que se vieron inmersos algunos jugadores visitantes, al quedarse totalmente parados, Moreno supo pescar. Fue el más listo, al hacerse con la pelota y lograr después batir en el mano a mano a Ávila.

Con el empate a uno se llegaría al descanso. Y no cambiaría en exceso el decorado durante una segunda parte que hasta bien entrada seguiría caracterizada por el poco fútbol que unos y otros eran capaces de desplegar.

En cualquier caso, el Polideportivo Ejido fue más ambicioso desde el pitido. Salió con una mejor cara y dominó donde más daño se empieza a hacer en cualquier ataque, en la parcela más ancha del terreno de juego. Todo empezaría a ser todavía más favorable para los locales, sobre todo, como consecuencia de un penalti cometido sobre Chema, en el minuto 65. Esa acción contraria a los intereses de los visitantes fue aún más grave, porque acarreó la expulsión del guardameta Ávila por ser el último hombre. Y quien no falló desde los once metros fue el artillero celeste Platero.

El disparo raso ajustado al palo izquierdo de la portería del recién salido Efrén significó la puntilla para el Estepona. El resto del encuentro ya sería un querer y no poder por parte de los malagueños. Lo intentaron hasta el final pero con más corazón que cabeza, de manera que no fueron capaces de inquietar siquiera la portería defendida por Valerio.