El médico Eufemiano Fuentes, el primero de los cinco imputados que ha declarado este martes en el juicio oral de la 'Operación Puerto', ha defendido que sus actuaciones "a título individual", ya fuera con "ciclistas, futbolistas, tenistas o boxeadores", entre otros deportistas que trataba, se reducían a velar por su "salud" controlando los valores de hematocrito en la sangre con autotransfusiones.

Durante su declaración ante la jueza Julia Patricia Santamaría, que sigue produciéndose en el juzgado de Lo Penal número 21 de Madrid, Fuentes ha defendido que "nunca" hizo una transfusión de una persona a otra ni tampoco durante una competición.

Además, ha asegurado que el empleo de "motes" para saber quiénes eran los dueños de las bolsas de sangre se debía a la "comodidad" y que el empleo de jerga en las conversaciones telefónicas con su clientes se debía al "miedo" que tenía de que "la prensa" le hubiera pinchado el teléfono y "no la Guardia Civil" porque entiende que su actividad era legítima.

Fuentes ha explicado que "en absoluto" buscaba niveles de hematocrito excepcionalmente altos en los deportistas tratados por el peligro que implicaba para la salud, en forma de "problemas cardiovasculares e incluso renales". Además, ha reconocido que su trabajo de "asesoramiento y preparación" con deportistas no era solicitado por los clubes o los equipos para los que jugaban.

El médico ha asegurado hoy que informaba "verbalmente" a los deportistas a los que trataba, en su mayoría ciclistas, de los riesgos que suponía para su salud las autotransfusiones de sangre.

"¿Informaba a los deportistas de los riesgos de la extracción de sangre y de las autotransfusiones? Sí ¿Pero les hacía firmar algún documento dejando constancia de ello? No, les informaba verbalmente", ha respondido Fuentes a pregunta de la abogada del Estado Lucía Pedrero, que ejerce la acusación en nombre del Consejo Superior de Deportes.

Pedrero ha preguntado también a Fuentes si tenía autorización para realizar estas prácticas en los pisos de las calles de Alonso Cano y de Zurbano de Madrid, donde se encontraban las máquinas para ello, a lo que el procesado ha respondido que suponía que era su socio, el hematólogo José Luis Merino, el que disponía de ella "como especialista".

El acusado ha negado que muchas de las extracciones de sangre se llevaran a cabo en hoteles, como declaró Merino en su día, pero sí ha admitido que algunas se hacían en establecimientos hosteleros cercanos a esos dos pisos.

Además, no ha aclarado cómo controlaban la temperatura de la sangre en los arcones frigoríficos de los que disponían, que no tenían ningún mecanismo para ello, pero sí ha dicho que habían instalado unos temporizadores que indicaban si había cortes de luz y cuánto duraban.

"Nunca ocurrió, pero si hubiera ocurrido se habrían desechado todas las muestras", ha señalado.