Cada jugador paga 55 euros al mes como cuota para militar en el club y poder jugar cada fin de semana. En Inacua o en la otra punta de España. Aquí nadie cobra... todo lo contrario. Uno de los últimos viajes del equipo, a Castellón, se hizo en coches particulares. Y con los táper llenos de comida para no realizar más gastos extra. Y son estos detalles los que dotan de pertenencia a una gran familia. La que componen los miembros del Waterpolo Málaga, un club nacido en 2004 y que el pasado fin de semana ha hecho historia al lograr el ascenso a Primera Nacional, la segunda categoría del waterpolo español. Todo un hito.

El club ha ido creciendo, año a año, en esta década larga de existencia. Hace cuatro temporadas subió de la Liga Andaluza a la Segunda Nacional. Y, desde el primer año, el equipo malagueño siempre ha rondado los puestos de ascenso. Hace dos cursos se quedó a sólo un punto de lograr el hito. Pero estaba escrito que había que esperar a este mes de abril de 2017. El equipo, dirigido por Peter Kubicsko, ha firmado una temporada que ha ido de menos a más. Ha hecho de su cancha en Inacua un fortín, siendo el único de la Liga que ha ganado todos los encuentros en casa. Y, a pesar de sus primeros tropiezos a domicilio, luego se ha ido entonando para lograr el objetivo del ascenso.

Como cualquier club «familiar», el Waterpolo Málaga tiene sus peculiaridades. Alfonso Wucherpfennig es presidente, capitán y jugador. «Sito» llegó al club en 2006, tras abandonar la Residencia Blume, donde fue becado como nadador de elite que era. Al regresar a Málaga quiso dejar a un lado la alta competición, pero quería seguir ligado al mundo de la piscina y la natación. Siempre había sido su vida, inculcada por su padre, una eminencia en el mundo de la natación. Wucherpfennig ha ejercido como árbitro en los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), Atenas (2004), Pekín (2008) y Londres (2012), en tres Mundiales y más de 30 campeonatos ne Europa. Y su hijo «Sito», tras hacerse una composición de lugar cuando llegó, asumió la presidencia hace cinco años, con una junta directiva formada por técnicos, jugadores y varios padres. Todos juntos han construido un club donde Málaga se refleja: ha asumido la dirección de la Escuela Deportiva del Ayuntamiento. Y en el club hay otros siete equipos más, con otro absoluto que compite en la Liga Andaluza, un femenino absoluto y los de cantera.

«Estamos en una nube, esto es un sueño para todos nosotros, la consecución de un logro por el que hemos luchado muchos años», resume el propio «Sito» Wucherpfennig. Es el sentir de todo un club, que subsiste con esa cuota de 55 euros mensuales más el patrocinio de Fundación Unicaja y KIA Ibericar, más el acuerdo de utilización de Inacua, y la ayuda del Ayuntamiento.

Ahora crece el reto y también, los gastos. Hay que poner más pasta para costear licencias, gastos federativos, derechos de arbitrajes, viajes... Un maremágnum que el club malagueño espera solventar con nuevas ayudas públicas e imaginación.

Jugar en la antesala de la elite hará que el equipo tenga que desplazarse mucho más lejos. De hecho, sólo hay dos destinos próximos, a Sevilla, donde militan el CW Sevilla y el CW Dos Hermanas. Habrá que ir en cinco ocasiones a Cataluña, dos a Madrid y otra a Ceuta. Una Liga con 12 escuadras, en la que descienden los dos últimos y en la que el reto será asentarse en la categoría.

«No pensamos en fichajes. Hay gente pisando fuerte en la cantera», explica Wucherpfening. Bajo la batuta técnica de Peter Kubicsko, la premisa será seguir trabajando con honestidad para acumular los puntos suficientes y mantener la categoría.

Alejandro Platero y el propio Wucherpfening son la base, por veteranía, de un equipo compuesto por 13 jugadores y que llega a los 18 gracias a la cantera. Ahora hay que disfrutar de todo lo conseguido y comenzar a planificar la nueva temporada, la más exigente que ha disputado jamás el waterpolo malagueño. Y también, por supuesto, la más ilusionante.