Entrevista | Emilio Martínez-Lázaro Cineasta, director de 'Un hípster en la España vacía'

«Lo que queremos es poder reírnos y discutir desde la tranquilidad»

Tras reinventar la comedia con 'Ocho apellidos vascos', el autor regresa al Festival de Málaga con una sátira política que tiene mucho, de nuevo, de comedia romántica, protagonizada por un idealista progre, Quique, al que le le encargan liderar la política de la España vacía

«Es una historia llena de memos pero contada desde la bondad», resume el autor de 'Amo tu cama rica' y 'El otro lado de la cama', que insiste en el género rom-com aunque aquí con barniz de sátira política

El cineasta Emilio Martínez-Lázaro, en Málaga.

El cineasta Emilio Martínez-Lázaro, en Málaga. / Gregorio Marrero

Tanto la reciente Políticamente incorrectos como su nueva película, Un hipster en la España vacía, abordan la comedia desde la política. ¿Estamos ante una nueva tendencia cinematográfica en nuestro país?

Es que la política es una fuente inagotable de argumentos... Lo que hacemos con Un hípster en la España vacía es una sátira donde no se libra nadie, todos reciben, tanto de un bando como del otro. Esta historia está llena de memos pero creada con una infinita bondad. Porque creo que lo más importante es hacer personajes creíbles y no parodias, y creo que lo hemos conseguido en esta película. Queríamos evitar la fórmula de chistes constantes, de manera repetitiva; nos hemos alejado del humor casposo y hemos hecho una película para un público inteligente que conoce los elementos de la comedia y sabe que la sátira, en este caso en el mundo de la política, funciona en historias como ésta.

La idea del personaje principal, interpretado por Lalo Tenorio, de implantar nuevas vías de pensamiento más igualitarias y justas, ¿es una utopía o vivimos en un país que cada vez se acerca más a la línea de pensamiento de este personaje?

Creo que en cualquier pueblo de España pasaría algo muy parecido: la llegada de un forastero con ideas más modernas, diferentes, que resuenan pero que el tiempo le demostraría que las maneras de hacer las cosas antes de su llegada eran más eficaces. Lo que ocurre en la película es lo sensato, lo que pasaría si ocurriera en la realidad. Y hemos tratado de dar una gran verosimilitud a los hechos porque el público se merece la verdad.

Lo políticamente correcto se ha convertido en una religión y la película es la aventura de descubrimiento de su protagonista, Quique, que entenderá que entre los ideales y las realidades hay mucho camino.

La personalidad de Quique y sus ideales políticos le llevan a enfrentarse a una serie de problemas, como por ejemplo los problemas de pareja, de una manera un tanto atípica, siguiendo unas reglas establecidas por su forma de pensar. Por ejemplo, no es un macho, y la forma en que aborda una infidelidad choca al espectador. Ese juego de roles nos convenía: hace que el espectador observe al protagonista y le exija una serie de reacciones que chocan con su esencia y creencias. Durante la película, Quique se da cuenta de que entre la teoría, de la que es experto, y la práctica, o sea, la la realidad, hay un mundo que desconoce casi por completo.

Reinventó la comedia en España con Ocho apellidos vascos convirtiéndose, de paso, en el director más taquillero de España. Ahora formula un nuevo género, el feel good movie rural romántico.

Es que es una comedia romántica. Como Pretty Woman. Aunque el término se ha difuminado últimamente, Un hípster en la España vacía es una comedia romántica sobre como los tiempos y las nuevas formas de pensar se instalan en nuestras vidas. Esta película conecta con la realidad que vivimos incluso con la propia sociedad, a la que tanta falta le hace este tipo de cambios que asume el protagonista y el propio pueblo. Poder reírnos y discutir desde la tranquilidad: ése era uno de los propósitos del equipo y de Prime Video.

donde conviertes este pueblo y a su gente en otro protagonista más.

Todo lo que ocurre en el filme es en un tono paródico pero el lugar en que suceden era muy importante, debía ayudar a la historia y, sobre todo, a los personajes. La productora se trabajó muchísimo las localizaciones de la película: había que encontrar un pueblo que no fuera de postal pero que diera lo suficientemente bien en cámara. Y el equipo de localizaciones lo terminó haciendo de diez. Cuando encontraron el lugar más adecuado [en Fuentespalda, en Aragón] estuvimos allí presentes y lo vimos todo clarísimo, aquel era el lugar perfecto para la película. Lo curioso es que no es el pueblo más típico de la España vacía, aparentemente. Sus habitantes se comportaron estupendamente durante el rodaje, de manera muy educada, y al final ir a rodar cada día era como estar en casa.