Pepe Carvalho es eterno. El gran arquetipo detectivesco de la novela negra española, creado a finales del siglo pasado por Manuel Vázquez Montalbán, no terminó con el fallecimiento del periodista y novelista, sino que ahora ha sido resucitado por Carlos Zanón, un creador que ha sabido respetar la esencia del personaje, pero dotándolo de su particular forma de entender la literatura. Carvalho es un personaje ahora más complejo: mantiene una relación con la esposa de un asesor político despiadado; su relación con Biscúter no atraviesa el mejor momento y se enfrenta a dos complicados casos en los que tendrá que hallar la verdad: comienzan a desaparecer en Barcelona una serie de mujeres que ejercen la prostitución y, por otro lado, una amiga suya requiere de sus servicios porque una conocida a la que ha alojado en su casa ha visto cómo su abuela y su hermana pequeña son asesinadas.

A partir de ahí, se compone el puzle que propone Problemas de identidad, con un Pepe Carvalho que mantiene sus características esenciales como su amor por la gastronomía aunque el mundo se derrumbe; continúa siendo un mujeriego empedernido y lidera un despacho de detectives atípico con una relación muy personal no sólo con su empleado estrella, Biscúter, sino también con una joven asalariada hija de una víctima de Los Mares del Sur, tal vez el gran libro de la saga que ganó el Planeta y le granjeó fama eterna a Vázquez Montalbán, aunque también fue un grandísimo periodista y poeta. Nueve libros componen la saga de Carvalho, que ahora podría seguir teniendo vida bajo el auspicio de Carlos Zanón, un maestro de la novela negra al que el encargo le llega por consejo a Planeta de Paco Camarasa, el excomisario de Barcelona Negra fallecido hace unos años.

Curiosamente, la trama de la novela se sitúa en 2017, con un Carvalho cincuentón que busca explicarse y reconocerse en su nueva y peligrosa relación, que continúa teniendo el mismo humor negro y flema ante la adversidad, que habla claro y sólo busca conocer la verdad para que sus clientes hagan con ella lo que quieran, guiado siempre por un particular sentido de la justicia. Su salud, para colmo, no es buena. Y también busca su identidad en esa época la sociedad catalana, desgarrada entre los nacionalistas intransigentes y aquellos que aún siguen sintiéndose españoles, entre el votar en un referéndum ilegal o no hacerlo; paseamos, en un prodigioso travelling sociológico, por las zonas deprimidas de Barcelona, poblada por personajes dantescos como un abogado sin escrúpulos, un policía urbano corrupto o un motero que parece querer aparentar lo que no es. Todo el mundo se busca a sí mismo en este libro, tanto Carvalho como la sociedad catalana; Biscúter, que atraviesa su particular idilio con la cocina presentándose al concurso de MasterChef o los personajes que conforman el eje central de sus dos investigaciones, personas desgarradas por sus propios fantasmas que transitan por el borde del precipicio sin llegar a despeñarse aunque bailen desesperadamente con la esperanza.

Cuestión o análisis aparte merece, más allá del acierto en la resolución de las investigaciones planteadas en forma de tramas y subtramas, el homenaje metaliterario que hace Carlos Zanón a Manolo Vázquez Montalbán, que aparece tangencialmente en la novela como ‘El Escritor’ amigo de Carvalho, de forma que el primero basó en el segundo la serie de novelas con un detective que se parece a él pero que no termina de serlo, como si el investigador hubiera existido y sus conversaciones de madrugada al calor de la cocina fueran la base documental de las nueve novelas que el inmortal novelista catalán trazó antes y después de la Transición, dando carta de naturaleza al noir patrio.

Problemas de identidad es una novela con varias tramas y subtramas en las que sobresale la personalidad de Carvalho o deberíamos decir que todos los hilos argumentales se sujetan con precisión en este potentísimo personaje que mantiene lo esencial del primer Carvalho pero ha envejecido y, por más que quiera, ya no es el mismo. «Vive el conflicto de la masculinidad, no sabe qué papel adoptar, pero odia a los matones. Mi Pepe Carvalho es más violento, vive la vida como un suicida», dijo Zanón en una entrevista a La Vanguardia. Si quieren saber cómo acaba todo, léanla. No se arrepentirán.