«Cuidado con Clarice (Lispector), advirtió hace décadas un amigo a una de sus lectoras: eso no es literatura, es brujería». Lo cuenta Benjamin Moser, el mayor estudioso de la obra de Lispector y responsable de editar por primera vez todos sus cuentos en un único volumen, bajo el epígrafe: Clarice Lispector. Todos los cuentos. La «brujería», digámoslo como introducción, no es más que la consecuencia de su modo de escribir, certero y profundo, donde metáfora, poesía, prosa, realidad y magia se mezclan.

A los 42 años de su muerte temprana (tenía 57 años), cuando su figura literaria se ha ido engrandeciendo con el paso de los años y adquiere dimensiones propias de la profundidad de su obra narrativa, aparecen reunidos por primera vez todos los cuentos de Lispector en un volumen envidiable. La editorial Siruela, en un trabajo de edición magnífico, nos trae en castellano esos cuentos que nos permiten ver la evolución de la mirada de Clarice a lo largo de toda la vida. Cuando, sumergidos en su lectura y hechizados por sus historias, llegamos al final, podemos concluir que fue en la narrativa corta, y no en las novelas y relatos, que el arte de Lispector alcanzó su punto más alto. Que no es decir poco.

Todos los cuentos se compone de ochenta y cuatro relatos, publicados desde 1929, cuando la autora tenía 19 años, hasta su muerte, en 1977. Todos los cuentos se organizan cronológicamente, lo que da al lector la oportunidad de sentir la madurez de la escritora, el cambio de escenarios y de visión del mundo, es una oportunidad impar de sumergirse en el universo de Lispector.

En la presentación, Moser escribe que Todos los cuentos puede ser leído como «el registro de la vida entera de una mujer, escrito a lo largo de la vida de esa mujer». Los relatos revelan la evolución de sus experiencias artísticas, pero también los dilemas de cada momento en que se escribieron: el ímpetu artístico, intelectual y sexual de la juventud, las alegrías y decepciones con el matrimonio y la maternidad, el enfrentamiento con la vejez y la decadencia del cuerpo.

A través de sus cuentos ella nos trae la historia de una gallina, de familias, de encuentros, de descubrimientos, de inquietudes, de angustias y alegrías, de relaciones, del primer amor, del primer deseo, de la vida cotidiana que pasa casi desapercibida, pero que a sus ojos no escapa. Sus cuentos hablan de todo lo que rodea al ser humano.

Miles de personajes desfilan en las páginas de esta obra: pocos hombres; la gran mayoría, las mujeres. Los escritos de Lispector, en su mayoría, abordan temas que han sido tradicionalmente asociados al universo femenino, y es una escritura femenina situada social e históricamente: una mujer, artista, de clase media, madre, casada y posteriormente divorciada, en una época en la cual el divorcio era visto como herejía. Sin embargo, y esto es lo que importa, esta incursión en el mundo femenino, no la circunscribe a ningún escenario específico y no reduce absolutamente en nada la universalidad de las experiencias allí narradas; muestran un feminismo tan contemporáneo que se entiende porque Lispector es una de esas escritoras que siguen vigentes. Mujer de clase media a las vueltas con banalidades domésticas, su protagonista típica está siempre a un paso del abismo.

Así en Yo y Jimmy, uno de sus primeros cuentos, ironiza el machismo de la sociedad brasileña de los años 1940 a través de los ojos de una joven impetuosa. Escrito en la década siguiente, cuando la escritora alternaba su vida con la de esposa de embajador, La mujer más pequeña del mundo, retrata, con la historia de una pigmea africana, el silenciamiento de las mujeres; otros, como El vía crucis del cuerpo, hablan con crudeza de la maternidad y la sexualidad en la vejez.

Estamos hablando de una autora compleja, densa, en cierto sentido, difícil. Para ser bien asimilada, como merece ser, su lectura demanda atención, concentración. La lectura de forma acelerada es un error que puede llevar a la pérdida de detalles exquisitos de su escritura. Pero, en general, lo que impera es una capacidad inmensa y asombrosa de construir una literatura repleta de refinamientos, paradójicamente contenida y visceral. Esa es la brujería literaria de Clarice Lispector.