Entrevista | Alfonso Vázquez Escritor y periodista

«Hollywood fue como pisar la Luna»

El escritor y periodista malagueño novela por vez primera en ‘Una paella para Charlie Chaplin’ (Reino de Cordelia) la aventura real de los españoles que marcharon a Hollywood con la llegada del cine sonoro y se hicieron íntimos del actor más famoso del mundo

Alfonso Vázquez, con su nueva obra en un rincón de Málaga. | EVELYN HERRERA

Alfonso Vázquez, con su nueva obra en un rincón de Málaga. | EVELYN HERRERA / Miguel Ferrary

Miguel Ferrary

Miguel Ferrary

Alfonso Vázquez (Málaga, 1970), escritor y periodista en La Opinión de Málaga, deja atrás la exitosa ‘Trilogía de San Roque’, la saga humorística sobre San Roque on-the-Rocks, veterana colonia española en el sur de Inglaterra, y pone ahora rumbo a Hollywood con su nueva novela, ‘Una paella para Charlie Chaplin’ (Reino de Cordelia), aderezada con humor y medio centenar de personajes reales del mundo del cine.

¿Cómo nació esta novela?

Surgió porque un día de 1989 o 90 acompañé a José María Torrijos, director de mi Colegio Mayor Elías Ahúja y la persona a quien está dedicada el libro, a visitar a un señor muy mayor que vivía en un piso de Madrid. Su saloncito estaba lleno de carteles de cine y teatro, fotos dedicadas de Charlie Chaplin, Paulette Goddard, Douglas Fairbanks, el Gordo y el Flaco... Me quedé pasmado. Se trataba del dramaturgo José López Rubio, el español que más tiempo estuvo trabajando en los años dorados en Hollywood. Desde entonces me rondó escribir sobre estos indómitos paisanos y creo que es la primera vez que aparece su historia en una novela.

López Rubio, Neville, Jardiel Poncela, Rosita Díaz Gimeno, el dibujante Tono... hasta Luis Buñuel ¿Qué los llevó a Hollywood?

Irrumpió el cine sonoro y como el doblaje no estaba inventado, los estudios idearon rodar de noche, en español, con los mismos escenarios y con actores de habla hispana la misma película que de día se rodaba en inglés. Los españoles acudieron a adaptar los diálogos y algunos, como Jardiel, aprovecharon para sacar adelante la primera película en verso rimado de la historia del cine: ‘Angelina o el honor de un brigadier’. Provenían de una España poco modernizada, así que para ellos llegar a Hollywood fue como pisar la Luna.

¿Ha sido complicado documentarse sobre el Hollywood de los años 30?

Lo que hacía falta era tiempo, se presentó el confinamiento y pude leer todo lo que quise, empezando por los testimonios de López Rubio y Jardiel en Hollywood, que son cortos pero divertidísimos y también tuve la ayuda de José María Torrijos, heredero de José López Rubio.

¿Una paella y Chaplin son compatibles?

Casan muy bien, de hecho, gracias a Edgar Neville, que venía recomendado por el duque de Alba, los españoles se hicieron íntimos de Charlot. Todos los domingos acudían a comer a su casa, a jugar al tenis, veían tomas del rodaje de ‘Luces de la ciudad’, que Chaplin dirigía en esos tiempos; algunos de ellos, incluso, hasta participaron como extras. No es raro que Scott Fitzgerald llamara a la mansión de Chaplin ‘La casa de España’.

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Una constante en sus novelas es el humor y el empleo de personajes reales. En esta novela desfilan más de cincuenta.

Dante, Cervantes o Valle-Inclán ya emplearon personajes reales, es un viejo truco. El que en la novela aparezca alguien como Cary Grant, que era más agarrado que el pasamanos de una escalera; Harpo Marx, al que le pirraban los ambientes intelectuales o Louis B. Mayer, un directivo histriónico y metomentodo, creo que refuerza el carácter cómico de la trama por ese atractivo de que el fondo sea real.

¿Es la obra una reivindicación de ‘la otra Generación del 27’, la del humor?

Por supuesto. Nombres como Mihura, Jardiel, Neville, López Rubio o Tono modernizaron el humor español, lo pusieron ‘a tono’ con Europa -nunca mejor dicho- y cada uno le dio una pincelada muy personal que se dejó ver en películas y libros maravillosos, obras de teatro... y por supuesto en la revista ‘La Codorniz’.

La pregunta del millón: ¿por qué el humor tiene tan poco prestigio artístico?

Porque la seriedad y la pena están sobrevaloradas. La paradoja es que España, con La Celestina, el Lazarillo, el Quijote y la novela picaresca, puso las bases de la novela moderna y renovó el humor. De hecho, el famoso humor inglés no existiría sin ese aporte esencial de la literatura española: los clásicos ingleses del XVIII como Sterne, Fielding o Smollet y luego el primer Dickens o la primera Jane Austen beben clarísimamente de nuestras fuentes y las homenajean.

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