El tribunal del jurado de la Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 14 años y cuatro meses de prisión a J. V. L., vecino de Mijas Costa, por haber matado y descuartizado con un serrucho a una prostituta conocida como Vianca. Era de origen ucraniano. Además, deberá indemnizar a la familia en 300.000 euros.

El acusado, en torno a las 00.47 horas del 6 de abril de 2010, llamó por teléfono a Vianca, de 36 años entonces, «concertando con ella un servicio de naturaleza sexual». La recogió en su Audi 80 y la llevó hasta su casa, en Mijas Costa.

A las 6.13 horas de esa madrugada, la mujer «llamó por teléfono a un taxista para que fuera a recogerla al domicilio, y como quiera que ella no sabía decirle la dirección exacta, se puso al teléfono J. V. L.», consta en el apartado de hechos probados de la sentencia.

El taxista se dirigió a la dirección facilitada, pero la mujer no apareció, por lo que a las 6.30 horas la llamó por teléfono, «manifestándole ella que se marchara, que el hombre con el que estaba la iba a llevar a casa». A las 6.45 horas recibió otra llamada del mismo número, pero no la atendió.

En ese intervalo de tiempo, consideró probado el jurado por unanimidad, se inició una discusión entre el acusado y la meretriz, «que degeneró en agresión por parte de éste, procediendo el mencionado, con ánimo de quitarle la vida, a golpearla en la cabeza, dándole varios golpes, hasta que le causó la muerte». Él sufrió heridas en los nudillos y en las manos.

La sangre de la mujer quedó esparcida por las paredes, el suelo y el mobiliario del salón, pasillo, dormitorio y terraza, que el acusado trató de limpiar.

«El acusado no había ingerido excesivo alcohol ni consumido cocaína, o, de haber ingerido tales sustancias, lo hizo en cantidades que no le produjeron el efecto de limitar o disminuir sus facultades normales de entender y de querer, por lo que su inteligencia y voluntad estaban o eran normales», añade el jurado.

Para hacer desaparecer el cuerpo, compró el 7 de abril un serrucho «con el que seccionó el cuerpo de la víctima», metiendo las distintas partes en seis bolsas de basura. Arrojó cinco de ellas a dos contenedores soterrados de Fuengirola. La otra, que contenía las manos y un hueso del cráneo, las tiró en un descampado de Mijas. Allí, quemó sus objetos personales y su ropa con gasolina para recargar mecheros.

La policía descubrió que había tres conversaciones telefónicas entre la mujer y el acusado, por lo que el 15 de abril lo llamó a declarar. Luego reconoció que había muerto en su domicilio, y que compró un serrucho con el que seccionó el cadáver, indicando el descampado en el que tiró los restos mortales, según se declara probado en el fallo, al que tuvo acceso este periódico.

Ha sido condenado por un delito de homicidio y otro de profanación de cadáveres.