«Las únicas olas que hay en la República Checa son de frío». Aunque aquí tampoco hay muchas en verano, Daniel Esparza (Málaga, 1975) se tira al mar cada vez que vuelve por vacaciones para remar y quitarse el gusanillo. Sin embargo, este profesor de la Universidad de Olomouc y miembro de la generación que impulsó este deporte en la capital en los años 80, ha vuelto ahora con Málaga Surf: Historia del Surf y Bodyboard (1970-2000), una meticulosa y esperada investigación de diez años que sitúa a la provincia como una de las pioneras del Mar Mediterráneo en acoger esta disciplina.

Según el autor, el libro reconstruye un capítulo destacado de la historia social de la ciudad y de este deporte en España. «Málaga, y concretamente el barrio de Pedregalejo, se erigió como un núcleo pionero del Mediterráneo español», explica Esparza, que también profundiza en el origen de esta actividad en la Polinesia y su posterior expansión por todo el mundo. También a la playa de Las Acacias en los años setenta, cuando los espigones no existían y las marejadas de levante y poniente producían olas de las que aporta abundante documentación gráfica. En este punto, el historiador destaca la figura de Pepe Almoguera, surfista antes que jabeguero y fundador del Málaga Surfing Club, el primero del que hay constancia en todo el Mediterráneo español, junto a otros mitos como Javier Gabernet, los hermanos Toño y Paco Gutiérrez Espejo, Rafael García, Carlos Sauco o Josefa Almoguera, entre otros muchos. «En torno a Pepe no sólo surge el primer núcleo organizado de surf del Mediterráneo. Él fue el primer presidente del primer club conocido en toda esta franja, el primer constructor de tablas y el primer surfista malagueño en participar en los campeonatos de España del Cantábrico», dijo Esparza en abril a La Opinión de Málaga en un reportaje publicado por el primer aniversario de la muerte de Almoguera. Un centenar de fotografías de la época y documentos históricos (fichas, cartas federativas, actas de campeonatos, telegramas, etc.) sostienen una investigación que también alcanza al bodyboard y a un grupo de jóvenes malagueños que dominaron los primeros circuitos de Andalucía en los años 90, así como el punto de partida de otro hijo del surf que llegó con el viento: el windsurf.

Esta obra ya es una referencia bibliográfica obligada de un deporte que Esparza califica como «un síntoma de modernidad». En su opinión, no es sólo un deporte popular practicado en todas las costas de España, sino que es un reclamo turístico que suma más de 300 escuelas en todo el territorio nacional. «El surf se ha instalado en el imaginario de las sociedades modernas como metáfora de vida: ´subirse a la ola del éxito´ o ´estar en la cresta de la ola´ se han convertido en expresiones usadas de forma natural tanto en política como en el mundo de los negocios. Es más, el mismo Barack Obama, presidente de EEUU, o David Cameron, primer ministro británico, practican el surf», concluye.

Hemeroteca: El padre del surf en Málaga