Se dice que la gente solo muere cuando la olvidan. El Jardín del Recuerdo del cementerio de San Gabriel en Málaga quiere que se sea eterno pero en forma de árbol, y el olivo es el más demandado para echar raíces en este planeta y formar parte del pulmón verde de 500.000 metros cuadrados de la ciudad de Málaga. Un proyecto vivo, lleno de luz, flores y árboles endémicos que tiene como objetivo ser un jardín botánico, que verán crecer y desarrollarse muchas generaciones.

El luto es posiblemente la etapa más difícil donde despedir a un ser querido y asimilar su marcha se convierte en un calvario, los días pasan y a veces se siente la necesidad de tener una referencia, algo a lo que aferrarse.

Con esta idea se concibe la posibilidad de depositar los restos para crear vida bajo un naranjo, un magnolio, un granado, un madroño o un olivo -el más solicitado-, en el Jardín del Recuerdo del Parque del Cementerio de Málaga (Parcemasa).

Unos cien árboles de la botánica mediterránea homenajean a los fallecidos y facilitan a los familiares asimilar el proceso de muerte, sobre todo para los más pequeños, quienes son demasiado jóvenes para entender que un progenitor se ha marchado. Hace unos días una madre rodeó uno de los árboles con su hijo, narró a Efe el gerente del Parque, Federico Souvirón, y ésta le explicó al niño que «allí estaba el abuelito» y le cuestionó si él creía que allí estaba mejor que la última vez que le vio en la cama de aquel hospital. El chiquillo asintió.

Esto produce el Jardín del Recuerdo, una zona donde se miman los árboles y se desarrolla un ambiente agradable, el agua corre por el estanque y permite mantener vivo el recuerdo de una manera sostenible. «¡Qué forma más bonita de hacer ver a este niño, que no lo entiende de otra manera, que el abuelo al que echa de menos y ya no juega con él, está en un sitio mejor!», comentó Souvirón, que explicó que es habitual ver a menores disfrutando del entorno, visitando el jardín y recordando a sus familiares de una forma diferente.

Cada árbol puede custodiar hasta ocho urnas, todas biodegradables, con la filosofía de mezclarse con la tierra para alimentar el nuevo ser vivo que nace.

Tanto es así, que la familia del pintor Dámaso Ruano se interesó por la opción de depositar las cenizas del artista bajo un árbol; y así nace Rutas del Recuerdo que, junto a la placa que cuenta su historia permite, con un móvil o tableta, descubrir una ruta por la ciudad donde se encuentran puntos claves de su vida. El jardín permite una mejor aceptación y la cremación convierte este proceso en algo con más celeridad, según los psicólogos del Parque.

Pervivir en la tierra y afianzar raíces en el jardín del recuerdo para así ser eternos es posible desde enero de 2016 en Málaga. A largo plazo un enorme y bonito jardín botánico in memoriam ofrecerá oxígeno a los sucesores de los árboles más antiguos.