En línea recta las cajas almacenadas formarían una hilera de 40 metros. El Archivo Histórico Provincial de Málaga conserva el archivo profesional del madrileño José González Edo, un arquitecto cuyo trabajo en Málaga fue un verdadero lujo para nuestra ciudad, aunque los tiempos políticos nunca le acompañaran.

Donado por su hija Clara en 2004, su proceloso contenido, incluido un archivador para sus planos, permite tener una idea del proteico trabajo de este madrileño de 1894, fallecido en su ciudad natal en 1989, formado en los años 20 en Austria, Checoslovaquia y Alemania, y cuya labor como funcionario en Málaga trajo vientos de modernidad y raciocinio a nuestra capital, si bien esta no los aprovechara lo suficiente.

Autor de edificios tan conocidos como el Cine Albéniz o el edificio de viviendas apodado El desfile del Amor, la directora del Archivo Histórico Provincial, Esther Cruces, confiesa que le gustaría mucho «que se reivindicara más su figura» y recuerda que con su nombre sólo hay una calle bastante pequeña que desemboca en calle Mármoles.

«Por supuesto está mal valorado pero porque no está reconocido, cuando creo que fue un personaje destacable», resalta la directora, que ha estudiado su figura en un trabajo de investigación.

Afincado en Málaga desde 1927 como arquitecto de construcciones escolares (realizó escuelas y casas para maestros en toda la provincia), parte del escaso eco de González Edo tiene mucho que ver con su papel de funcionario del Gobierno de la República en Madrid, cuando la revuelta de los militares le sorprende de vacaciones con la familia en Guadalajara y se traslada a la capital de España. Allí, entre otros cometidos, diseñará refugios antiaéreos para los madrileños y protegerá el patrimonio histórico.

Estos trabajos, una vez concluida la guerra, conllevarán un expediente de depuración y una ficha policial. Las sospechas por su pasado político le acompañarán largo tiempo.

Arquitecto del catastro, su viaje de estudios de juventud por Centroeuropa le hizo interesarse por el Urbanismo. De hecho, su obra más afamada es la conocida como el Plan González Edo, de ordenación urbanística de Málaga de 1950, aunque también realizó planes parciales para Torremolinos, El Ejido, La Malagueta o el estudio de detalle del Balneario del Carmen y las canteras de San Telmo.

El Archivo Histórico Provincial conserva muchos de estos planos, que diseñaron una Málaga con una altura máxima de siete plantas, la unión del Parque con la Alameda, la protección de sus edificios históricos y la prolongación de la Alameda a través del Perchel, aunque respetando al máximo este barrio.

El plan también propuso un funicular al Castillo de Gibralfaro, prolongar al norte la calle Larios y en La Malagueta instalar edificios institucionales, así como un parque de atracciones, por su envidiable emplazamiento. Muy pocas de sus directrices se llevaron a cabo.

También guarda el Histórico Provincial fotografías de la Alcazaba, pues el madrileño trabajó en la recuperación de la fortaleza árabe, junto a Juan Temboury. Y en general, son muchas las fotografías y artículos de prensa de su archivo que reflejan sus inquietudes urbanísticas y el interés por preservar el Patrimonio de Málaga.

En el plano de los encargos privados, Esther Cruces resalta la facilidad que tiene el madrileño para adaptarse a todo tipo de clientes, y así, es capaz de hacer uno de los primeros chalés de Marbella, en la avenida Antonio Velón, con una estética conservadora de pequeño cortijo muy en boga incluso en nuestros días, «y luego, cuando se va a Madrid, es el arquitecto de la burguesía que se construye las casitas semiescurialenses en Navacerrada».

En la donación de la hija de González Edo hay planos en papel tela (muy difíciles de conservar), planos en papel vegetal y muchos bocetos a tinta china y acuarela, lo que permite recorrer todo el proceso de buena parte de sus obras. «Hoy en día, cuando se habla de un proyecto de arquitectura la gente tiene la idea de una maleta, cuando estos arquitectos de la época de González Edo, con cinco planos tenían un proyecto, y tampoco la administración pedía más».

Toda la decoración

La documentación, por ejemplo, sobre el Cine Albéniz, permite apreciar que el gran arquitecto diseñó todos los detalles: «Toda la decoración de las salas es suya, tenemos los dibujos», cuenta Esther Cruces. En su trabajo sobre este profesional recuerda que diseñó desde puertas a solerías, muebles y lámparas. También los letreros de los comercios de sus edificios.

Y como ciudadano de Málaga, participó en la vida cultural y formó parte de algunas de sus principales instituciones, como el Rotary Club, vilipendiado por el franquismo, lo que tuvo sus consecuencias políticas. Además, desde 1933 fue miembro de la Academia de Bellas Artes de San Telmo y a partir de 1964, correspondiente de la de Bellas Artes de San Fernando.

También fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País y en esta institución, siendo presidente de la sección de Bellas Artes, en febrero de 1936 intentó organizar en la ciudad natal del artista una exposición «con motivo de encontrarse en España una colección de veinte y seis cuadros del insigne pintor malagueño Pablo Picasso que han sido expuestos en Barcelona y Bilbao con el éxito consiguiente de crítica y público que era de esperar». Por desgracia, no pudo llevarse a cabo.

«La ciudad de Málaga, Torremolinos y Marbella tal vez hoy tendrían otra fisonomía si los proyectos y planes de González Edo se hubieran llevado a cabo, pero fue una historia de desamor, de críticas y de incomprensión»,resalta Esther Cruces en su trabajo. En 1964, el esperanzador plan urbanístico diseñado por este artista preclaro fue anulado por el Supremo. El archivo González Edo, al menos, se conserva en Málaga.