«Con un reforma ganaríamos muchísimo en calidad y servicio porque podríamos dar quizás otro tipo de alimentación», considera Elena Jiménez.

Esta granadina, afincada en Málaga desde hace casi veinte años, fundó en 2013 la ONG Corazones Malagueños, una asociación de reparto de alimentos que tiene la particularidad de no cerrar ni un solo día del año.

Y todo, gracias a un equipo formado por unos 70 voluntarios, distribuidos en varios turnos, que cada tarde, en su sede del Camino de San Rafael, numero 10, durante dos horas se encargan de preparar la comida, que reparten a partir de las 7. Unas 250 personas pueden cenar a diario gracias a Corazones Malagueños.

«Hacemos una merienda cena. Ahora mismo estamos preparando bocadillos de queso y jamón, damos un colacao y si tenemos, damos fruta, galletas... lo que haya», cuenta Elena Jiménez.

Corazones Malagueños, gracias a una subvención de Ordesa de alimentos infantiles, ofrece también el desayuno a muchos niños de familias necesitadas, que no cuentan con el que les da el colegio cuando llegan las vacaciones. «Hemos cubierto las vacaciones de Navidad y cubriremos las de la Semana Blanca, la Semana Santa y hasta donde llegue el presupuesto», explica.

Porque la realidad es que Corazones Malagueños no alcanza para pagar los gastos de alquiler y alimentos con las cuotas de los socios, y eso que hay casos como el del voluntario y escritor Antonio Olea, que donará parte de los ingresos de su libro sobre el cónsul italiano Tranquillo Bianchi, o el de la Operación Hormiga, de Mayoral, por la que unos 300 trabajadores donan al mes un euro, lo que permite pagar buena parte del alquiler.

Ahora, después de la búsqueda infructuosa de un local más amplio y no muy alejado del Centro -el actual tiene 68 metros cuadrados-, se plantean reformar el que ocupan desde 2013, a pocos metros de la Cruz del Humilladero. El escollo es que las obras costarían entre 8.000 y 9.000 euros.

«Viendo las condiciones que tiene, habría que cambiar el suelo y las instalaciones. El problema es que no podemos dedicar una partida presupuestaria a una reforma del local», resalta.

La presidenta subraya que con esa obra se podrían plantear dar «un bocadillo caliente o una comida caliente» a las personas que acuden a diario, entre ellas muchos indigentes.

La reforma incluiría la sustitución de las cámaras frigoríficas, muy antiguas. Se da la paradoja además de que el año pasado, la Fundación Lágrimas y Favores le donó 6.000 euros para una cámara frigorífica nueva, pero todavía no han podido comprarla: «Está pendiente porque con ese dinero pagamos las facturas».

La ONG de la Cruz del Humilladero, a la que acuden las administraciones cuando tienen personas que necesitan una atención inmediata, ha recibido en la última convocatoria municipal 1.400 euros de subvención y ni un euro de la Junta.