El barrio de La Paz, en la Carretera de Cádiz, fue una suerte de armisticio arquitectónico, de tal suerte que pese a que fue construido por la Caja de Ahorros de Ronda a comienzos de los 70, se libró de la tendencia entre tremebunda y kistch que marcó la estética de muchos edificios de esta desaparecida institución, en especial los perpetrados en las décadas de los años 60 y 70 de las que nos quedan ejemplos espléndidos, sobre todo en la ciudad del Tajo.

Como saben, el gran factótum de la barriada fue don Juan de la Rosa, que dejó su impronta de gran amante de la música clásica con calles dedicadas a los grandes compositores, la mayoría del Barroco y el Romanticismo. Así que aquí conviven Bach con Haydn y Chopin con Beethoven en buena armonía, sin disonancias.

La plaza principal del barrio, y aquí intuimos las preferencias de don Juan, es la plaza de Mozart, a la que no le falta su quiosco de música.

Por primera vez en muchos años, este precioso foro público del barrio, escoltado con ficus, está siendo remodelado, y no hablamos del cambio de solería sino de algo más profundo. Porque como la Asociación de Vecinos de La Paz ya recordó en este diario el pasado mes de marzo, en la plaza de Mozart, semioculto por un gran ficus, se encuentra una curiosísima obra: un monumento a la llegada del Hombre a la Luna, que representa una gran bola del mundo, con tres niños subidos uno encima del otro, hasta que el último consigue alcanzar la Luna con las manos.

Se trata de un monumento realizado por el escultor leonés Marino Amaya, quien por cierto fue el autor de muchas esculturas para la Caja de Ahorros de Ronda y cuenta con varias de ellas en el antiguo Jardín de los Monos de la Victoria.

Entendía la asociación que el monumento no lucía lo suficiente y proponía un trueque en toda regla bastante lógico: trasladarlo a la vecina isleta de la calle Chopin, donde descansa por cierto un gran busto de Mozart, aunque cualquiera diría que el compositor de Salzburgo es clavadito a Beethoven.

Pero no, el caso es que se trata del gran Wolfgang Amadeus, y los vecinos creen que lo lógico es que presidiera la plaza que lleva su nombre, en lugar de verla desde lejos, como hasta la fecha, al tiempo que se realza la de la conquista de la Luna.

El pasado lunes, el distrito de la Carretera de Cádiz comenzaba el trueque escultórico con el traslado de unos metros del grupo escultórico de la Luna. Como aseguraba un técnico, lo más probable es que no sirva la base del busto de Mozart y haya que demolerla, por lo que el traslado llevará un tiempo.

En el 50 aniversario de la llegada de Armstrong y compañía al satélite, el Ayuntamiento pone las cosas en su sitio y aporta una ración de coherencia escultórica al barrio de La Paz.