Desde hace más de 20 años, la despoblación ha sido la cicatriz más sangrante de la Málaga de interior, especialmente abierta en las zonas del Valle del Genal o la Alta Axarquía, donde algunos pueblos han llegado a perder cerca del 40% de su padrón.

Lo que pocos podrían llegar a imaginar es que ante esta progresiva y preocupante diáspora de los nacidos en un entorno rural de orografías dífíciles e infraestructuras deficientes, una pandemia podría presentarse como una «oportunidad», un freno para la despoblación a la par que un impulso económico. Quizás la única herida que esta crisis podría contribuir a cerrar y no abrir.

El coronavirus y todas sus medidas profilácticas aparejadas han dado un vuelco al mundo, desde lo macro hasta lo micro, incluyendo la manera de invertir el tiempo libre, con una gama de opciones muy menguada.

Para huir de las urbes, sus densidades de población elevadas y olvidar el ladrillo que envolvió el confinamiento de sus gentes, el entorno rural se presenta como una vía de escape, asequible, segura, sana. «Es una realidad, todos hemos cambiado nuestro modo de vida y la forma de hacer turismo», apunta Cristóbal Ortega, diputado de Medio Ambiente, Cambio Climático y Turismo Interior en la Diputación de Málaga. «A raíz de la pandemia, el turista ha cambiado los lugares masificados y con más riesgo de contagio por lugares de interior».

Esta tendencia apuntaba maneras ya en verano, compitiendo incluso con el gigante del «sol y playa» de las zonas costeras.

Así lo ratifican desde Clubrural.com, un portal dedicado desde hace un par de décadas a la promoción del turismo rural y la reserva de alojamientos en el entorno natural. Según destaca su su responsable de comunicación, Aroa Salazar, entre julio y septiembre, han duplicado las solicitudes de reserva.

Los pueblos más demandados por los usuarios de este portal dedicado al turismo rural han sido Riogordo, Cómpeta, Almogía, Humilladero, Mijas, Antequera, Archidona o Vélez-Málaga.

Demanda en auge

Este creciente interés por el entorno natural ha supuesto que ciertos enclaves rurales como los Montes de Málaga, la Sierra de Tejeda o el Genal hayan experimentado un aumento importante de visitantes, muchos de ellos totalmente bisoños en el senderismo. Ese mismo aluvión ha aterrizado sobre los puntos de turismo rural más famosos de la provincia, como el Caminito del Rey, aspirante a ser declarado como Patrimonio Mundial de la Unesco, y que cuenta ya con todos los pases agotados para el inminente puente de Todos los Santos, o el Torcal de Antequera, que ha tenido que poner en marcha la lanzadera de visitantes hasta el centro de visitantes debido al lleno total de la zona de parking.

«Estamos notando que en los sitios más famosos la afluencia es tremenda, estamos llegando a un overbooking con el que a lo mejor la gente no va a percibir una buena visita por un exceso de visitantes», explica Miguel Martín, jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos en Málaga.

De hecho, este auge del turismo interior calza a la perfección en numerosos pueblos del interior de la provincia ya que se presenta como un gran incentivo económico a la par que una posibilidad de «fidelizar» visitantes que podrían llegar a convertirse en vecinos. «En municipios que perdían habitantes por año, ahora les viene una oportunidad para reestablecerlo, que esa despoblación se invierta, se puedan generar nuevos puestos de trabajo e incluso captar nuevos vecinos», prosigue el diputado, que insiste en que, pese la gran dificultad de la situación actual, para cierto sector de turismo rural, entiéndase, casas rurales, de alquiler de bicicletas, restauración... es un gran momento. No así para todos.

Pueblos desbordados

Y aunque el panorama es más que alentador para la Málaga de interior en pleno auge de la vida rural, no todos los pueblos estaban preparados para atender una súbita demanda de turistas y en algunos casos se han llegado a ver «desbordados», según reconoce Ortega, que apunta a las zonas más demanda, como la comarca de La Axarquía o la Serranía de Ronda, en el entorno del Genal.

Una saturación que no inquieta solo por el riesgo a importar casos de coronavirus en el municipio sino porque no cuentan con los recursos suficientes, como buenos accesos, zonas de aparcamiento o incluso suficientes restaurantes y bares para atender a los senderistas, ciclistas, grupos y familias que vienen a pasar el día en la naturaleza.

«El hecho de que a un pueblo pequeño lleguen diez o quince vehículos más de los que ya están, si no tienen donde poder aparcar o poder descansar, pues puede generar un problema», añade Cristóbal Ortega. «Hay municipios a los que les ha pillado esto bien, porque estaban preparados en cuanto a posibilidad de camas de hotel, de alojamiento rural y otros que están un poco más saturados», agrega.

Tal es así que, en momentos puntuales -normalmente en fines de semana y festivos-, algunos carriles montañosos se han visto abarrotados de coches estacionados en sus márgenes por encontrarse al completo todas las zonas de aparcamiento disponibles.

«Sencillamente el número de plazas de aparcamiento es el que hay y resulta que la gente está utilizando el carril para aparcar, cosa que no deben hacer», manifiesta el jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos, que incide en los riesgos que este tipo de situaciones pueden acarrear. «Los técnicos medioambientales avisan porque ante cualquier emergencia, los carriles son estrechos y si se usa para aparcar ya no se pueden cruzar dos vehículos».

Restricciones

En cuanto a la posibilidad de implementar ciertas restricciones de aforo o acceso a las zonas más demandadas -una medida que ya han aplicado algunos municipios ubicados a lo largo del recorrido de la Senda Litoral de Málaga, precisamente por el aumento de afluencia-, el diputado de Medio Ambiente, Cambio Climático y Turismo Interior en la Diputación de Málaga, Cristóbal Ortega, sostiene que en el interior aún no se ha llegado a ese punto y, que en caso de que se plantease, correspondería a los ayuntamientos o la propia Junta aplicar las normas.

«Igual se puede regular un sendero de un pueblo o una pasarela... eso necesita recursos y en eso sí puede estar la Diputación ayudando a los municipios a regular y gestionar todo lo que tienen», incide el diputado. «De momento, los municipios están encantados y si llegara el momento de tener que regular, nosotros estamos a disposición de ellos para ayudar».

En el caso de Jubrique, un pueblo de la Serranía de Ronda sin contagios de Covid-19 notificados hastas el momento, el «boom» de turistas abrumó a sus vecinos tras la normalización de la movilidad entre municipios, aunque la adaptación fue rápida, según rememora su alcalde, el socialista Alberto Jesús Benítez.

Aunque su época fuerte es la otoñal, con la caída de las hojas de sus bosques de castaños, han afrontado una gran afluencia durante todo el verano, tanto es así que el consistorio ya está trabajando en la mejora de espacios para el estacionamiento de vehículos.

«En el entorno rural se ha notado el incremento de visitantes. Eso se nota no solo en el municipio, en sus calles, sino en los restaurantes, los bares, las casas rurales, el complejo hotelero que tenemos con apartamentos turísticos y un hotel de 14 habitaciones... se nota el incremento en fechas que normalmente no eran de alto porcentaje de visitantes», cuenta el primer edil. Sin ir más lejos, el pasado fin de semana o en el Puente del Pilar, el pueblo rozó su 100%.

Por ello, para evitar las aglomeraciones y los espacios rurales masificados, el jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos en Málaga, Miguel Martín, recomienda planificar la excursión con antelación, huir del boca a boca y de las propuestas recientes que proliferan en las redes sociales y los propios medios.

Mejor esperar unos meses y disfrutar de la naturaleza en otra zona. En la provincia de Málaga, por suerte, hay donde elegir.