Entrevista | Cecilia Ariana Frecha Investigadora del Ibima

«Las alergias a los medicamentos más comunes son a los betalactámicos, la amoxicilina o a los antiinflamatorios como el ibuprofeno»

Investigadora en el Ibima con la beca europea Marie Curie. Licenciada en Bioquímica y doctorada en Ingeniería Genética y Terapia Génica, Cecilia Ariana Frecha ha trabajado en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, el Hospital Italiano de Buenos Aires y en la Unidad de Producción Celular (Sala Blanca) del Hospital Regional de Málaga

Cecilia Ariana Frecha, en los laboratorios del Hospital Civil de Málaga.

Cecilia Ariana Frecha, en los laboratorios del Hospital Civil de Málaga. / Álex Zea

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Cecilia Ariana Frecha (Argentina, 45 años) es bioquímica por la Universidad de Buenos Aires y doctorada en ingeniería genética y terapia génica por la Universidad de Granada. Desde hace dos meses y medio, se incorporó como investigadora al Laboratorio de Alergias del Hospital Civil de Málaga tras obtener la prestigiosa beca Marie Curie concedida por la Unión Europea a través del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima). ¿Su objetivo para los próximos tres años? Mejorar el diagnóstico de las alergias farmacológicas.

¿Qué supone para una investigadora obtener la beca europea Marie Curie?

Siempre pienso que cualquier investigador dentro de su carrera, al principio, en la mitad o donde esté, quiere tener una beca Marie Curie, se presentan investigadores de todo el mundo. Para mí es un honor y, a parte, te da mucha competitividad para más adelante, para la consolidación de tu carrera, la estabilización de tus contratos, acceder a otro tipo de becas... haber tenido la Marie Curie siempre te da un punto de competitividad interesante.

¿Cómo ampara su investigación?

Son tres años de financiación para el investigador. Además, hay un dinero que te asignan para compra de bibliografía, suscripciones, para viajar a congresos, para hacer cursos... para perfeccionarte. También hay un dinero extra para algún elemento del laboratorio que necesites, algún instrumento, un reactivo... que necesites para tu proyecto. Es una cuantía importante.

¿Por qué optó por el Ibima para el desarrollo de la beca?

Es un poco como la vida misma, que te va llevando por un camino y vas tomando decisiones. En el momento en el que me presenté a la beca estaba en Argentina, había hecho mi especialización en muchas áreas, tenían en común siempre el sistema inmunológico, la modificación genética... y en Argentina estaba haciendo la optimización y la validación de diagnósticos moleculares. Queríamos volver a Andalucía, esa eran las ganas que yo tenía y en la búsqueda de institutos, Ibima sobresalía porque tenía este grupo [de Alergias] que encajaba bien con mi perfil, con la última especialización que yo tenía. Era lo que me parecía que podía poner en valor. Luego, mirando la estructura que tiene, no solo tiene buenos laboratorios sino una estructura buena de gestión de proyectos. Además, en este laboratorio [de Alergias], y en Ibima más, hay mucha gente que ha sido Marie Curie y tienen experiencia con la beca.

Está centrada en las alergias a antibióticos. ¿Cuál es el objetivo de su estudio?

El objetivo es mejorar el diagnóstico a alergias a antibióticos de manera que sea preciso, que si el resultado dice que eres alérgico, sea diagnóstico de alergia y el médico pueda hacer algo con ese diagnóstico. Hoy por hoy, se diagnostican a los alérgicos con un test cutáneo en el que te van a pinchar y, si hay dudas, te van a hacer un test de provocación, te van a dar a probar ese medicamento que te puede llegar a dar una reacción alérgica grave, es decir, es un diagnóstico invasivo y peligroso. Hay una alternativa que son estos test que nosotros estamos desarrollando y que también hay en el mercado. El test que nosotros estamos desarrollando es un test de activación de basófilos. Muchos laboratorios lo están usando y todos se encuentran con el mismo problema, que hay que optimizarlo para que dé la sensibilidad suficiente, es decir, que pueda detectar un paciente alérgico con fiabilidad y si no lo es, que dé negativo, es decir, que sea específico. Mi objetivo es ese, mejorar el diagnóstico clínico de las alergias a través de este test de activación de basófilos.

Cecilia Frecha, doctora en la Unidad de Alergología en el Hospital Civil.

Cecilia Frecha, doctora en la Unidad de Alergología en el Hospital Civil. / ALEXZEA

¿El diagnóstico de una alergia no es todo lo eficaz que debería ser?

No, no es preciso. Te puede dar poca sensibilidad, que eres positivo pero no te lo detecta o poca especificidad, que eres negativo y te dice que eres positivo. Los test de hoy en día están con esos problemas. Entonces, hoy para diagnosticar a un alérgico se recurre a muchas pruebas en paralelo y, con los resultados de todas estas pruebas, se termina diagnosticando al paciente y si hay dudas se le hace el test de provocación.

¿Existen medicamentos más proclives a generar alergias?

Las alergias a los medicamentos más comunes son a los betalactámicos, la amoxicilina, por ejemplo, o a los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno. Casualmente o causalmente, también son los que más toma la gente. Como pasa con otros alérgenos, tiene que haber un componente de consumo asociado al desarrollo de la alergia. También hay un componente genético, como pasa con todas las otras alergias, pero la contribución es pequeña, hace falta el ambiente, el consumo. No se sabe a ciencia cierta exactamente qué pasa, cuál es el mecanismo, hace falta más investigación.

¿Influye la automedicación?

Puede ser perfectamente. Está relacionado con el consumo y, si ante cualquier síntoma que no requiere un antibiótico, tú lo tomas, puede ser que termines sensibilizándote. Pero no se sabe a ciencia cierta si eso solo es lo que haría que te hagas alérgico.

¿Existen diferencias a la hora de tratar una alergia a un elemento natural, como el polen, y a un componente artificial, como los fármacos?

Debería haber una diferencia porque, teóricamente los participantes de las reacciones alérgicas son los mismos, es decir, en una alergia a polen o a los betalactámicos, los basófilos se van a activar, el sistema inmune va a poner el juego las mismas moléculas para exacerbar esta alergia. Pero existe una diferencia fundamental. Todas las alergias a estos elementos naturales no tienen ningún problema en su diagnóstico, el test de basófilos que estamos optimizando funciona perfecto, es decir, que el paciente que es alérgico a algo natural, su respuesta es muy alta, muy franca. Con los betalactámicos no pasa eso, es muy sutil. ¿Qué se sospecha? La molécula de betalactámico es extremadamente pequeña, nada que ver con un polen o un ácaro. En los ensayos in vitro enfrentas la sangre del paciente con la molécula sospechosa. Si la molécula sospechosa ya es muy grande per se, la sangre no tiene ningún problema en reconocerla y en mostrar que es alergia. Cuando tú enfrentas la sangre con la amoxicilina, no da esa respuesta tan grande, da una molécula o dos moléculas, en lugar de cien mil, que es lo que da la otra. Los aparatos no son tan sensibles y ahí es donde hay que empezar a optimizar cómo le presento la amoxicilina a la sangre.

¿Hay personas más proclives a desarrollar una alergia?

Tiene que ver con el consumo. Cuanto más tiempo estés consumiendo, más [posibilidades]. Pero también es verdad que la gente mayor tampoco desarrolla tantas alergias porque ya su sistema inmune no es todo lo activo que debería ser. Sabemos que hay pacientes pediátricos y sabemos que hay adultos.

Después del diagnóstico, ¿se puede combatir una alergia farmacológica y no solo evitar ciertos componentes?

Ahí no te puedo dar una respuesta optimista. El mejor tratamiento es un buen diagnóstico, parece una frase hecha pero es así. Que te diga que tú no eres alérgico, tranquilo, sigue tu vida. A partir de que sí eres alérgico bien diagnosticado, hoy no hay cura. La primera cura es la evitación, como pasa con los celíacos, no pueden tomar eso. Si el paciente necesita tomar ese antibiótico, se hace una desensibilización. El facultativo le dará el mismo fármaco pero en dosis muy pequeñas y creciente de forma controlada para generarle al paciente una especie de tolerancia transitoria. Se le da el tratamiento que necesita, súpervigilado, y cuando termina, el paciente vuelve a ser alérgico. No hay cura. Vacuna, como pasa con las otras alergias, como contra el olivo, todavía no hay para fármacos. Lo importante es seguir estudiando para poder llegar a un tratamiento.

Ha dedicado toda su vida al estudio del sistema inmune. Ya sea en el estudio de enfermedades raras, en el cáncer o en las alergias. ¿Por qué se decantó por este campo?

Porque me apasionó toda la vida, desde que iba a la facultad daba clases, ayudaba al profesor. El sistema inmunológico es clave en tantísimas patologías que siempre me apasionó mucho. Cuando vine a España y empecé a trabajar en biotecnología para hacer terapia génica, me apasionó todavía más porque era directamente poder modular el sistema inmunológico para poder mejorar la calidad de vida de la gente, sobre todo de las enfermedades raras, que no son tan raras y hay muchísimas. Es verdad que la alergia era un tema que yo no había tocado por casualidad, siempre me he dedicado a lo que era el sistema hematopoyético, la sangre, la inmunidad adquirida. En la alergia juegan otros jugadores del sistema inmune y me parece apasionante también.