Esta semana se presentó la nueva imagen publicitaria de la ciudad, ‘Málaga, la ciudad redonda’. Es bueno reinventarse ahora que el Ayuntamiento empieza a ponerse serio frente a las hordas de despedidas de soltero, no vayan a estropearnos la imagen.
También fue buena idea despejar de porquería las playas en la Noche de San Juan a primerísima hora de la mañana. Que centenares de personas que han ido a colegios y a institutos dejen su basura espurreada en la playa, a la espera de que arree ‘el servicio’, en este caso el municipal, evidencia que queda muchísimo por hacer en el campo del civismo en Málaga.
Hablando de redondeces, y aunque no sea un círculo perfecto, donde el Ayuntamiento lleva años haciendo un buen trabajo es en la Laguna de la Barrera.
Para empezar, hizo caso a las reclamaciones vecinales con el fin de que este espacio surgido de forma artificial -igual que los Montes de Málaga y la desembocadura del Guadalhorce- tuviera agua de una manera regular y no terminara tan reseco como el Mar de Aral.
Además, será casualidad pero en casi todas las ocasiones que se ha presentado el firmante había jardineros municipales trabajando en él. En la última visita, hace unos días, no fue una excepción y estaban podando los setos.
Hay motivos para la esperanza en este parque tan ligado a la Colonia de Santa Inés, fuente primordial de sus famosos ladrillos, que además se ha convertido en un frecuentado circuito deportivo, precisamente por su redondez de un kilómetro de recorrido y por sus cuestas.
Y para sustentar un terreno tan inestable, el Ayuntamiento ha atiborrado la parte norte, la que sufría más desprendimientos, de ficus seguramente trasplantados, con el fin de que las raíces asienten la zona.
Quedan, claro, pequeños detalles como los carteles con información botánica, que han sido pintarrajeados por nuestros homínidos o el panel de cerámica que ensalza, precisamente, la alfarería y que cada día parece un puzle más incompleto.
Y el parque sin duda seguirá incompleto hasta que no regrese, ya sea el original o una copia de la preciosa escultura de Chema Lumbreras que representa a una niña feliz con un libro en la mano.
Como saben, la obra de arte era un homenaje a la desaparecida arquitecta municipal María Eugenia Candau, una de las diseñadoras del parque, pero uno o varios australopitecos la arrancaron de cuajo y se la llevaron hace justo un año.
Devolver la escultura a su sitio cuadraría el círculo de esta hermosa laguna.