Historia de Málaga

El legado del Café Central: así se piden los cafés en Málaga

El Café Central ha cerrado pero nos ha dejado como legado una forma diferente de pedir el café en Málaga. Estos son los tipos de variedades y la forma correcta de prepararlos

Imagen del azulejo del Café Central.

Imagen del azulejo del Café Central.

Mayte Ruiz

"Una nube, por favor". Un cliente granadino acaba de entrar por la puerta. Mira extrañado a la barra. "¿Qué dice?", piensa. Observa que lo que devuelve el camarero es un café con mucha leche, bastante clarito. "Bueno, ¿y yo ahora qué pido? En mi tierra es un "cortao", aquí quién sabe..."

Porque el semi-largo, solo corto, mitad, entrecorto, sombra, y nube son producto malagueño. El Café Central, que cerró sus puertas el domingo 9 de enero, situado en la Plaza de la Constitución, vio nacer estas denominaciones apenas difundidas por el territorio andaluz y que han marcado la forma de pedirlo en Málaga, constituyendo su principal legado.

La idea de clasificar el café según la cantidad que se echara en la taza nació en la posguerra. Durante esos años de miseria y hambruna, no podían desperdiciar ni una gota de café, así que José Prado recopiló las nueve variedades más pedidas por los clientes, y las plasmó en un cartel.

La clasificación legendaria

  • Solo: 100% de café.
  • Largo: 90% de café. Lleva a penas unos milímetros de leche, y su color es muy oscuro.
  • Semi-largo: 80% de café. El color se aclara considerablemente. Lleva "un par de dedos" de leche.
  • Solo corto: 60% de café. Muy susceptible de ser confundido con un "mitad". Es algo más claro que un semi-largo, pero no tanto como un "mitad. No hay que olvidar que lleva algo más de café que de leche.
  • Mitad: 50% café, 50% leche. El más querido, el que deja poco lugar a dudas.
  • Entre-corto: 40% de café. Lo contrario al solo-corto. El color es levemente más claro que el de un mitad.
  • Corto: 30% de café. Para muchos baristas, hermano gemelo del entre-corto.
  • Sombra: 20% de café. Aquí el café es un invitado tímido. El color es muy claro, y a penas se nota el sabor amargo del café.
  • Nube: 10% de café. La leche domina, casi no se percibe el café. Su parecido con el "sombra" es pura coincidencia, fruto de un chorrito de café de más.
  • No me lo ponga: Según la familia del creador, no sabía cómo ocupar el espacio que quedaba libre en el azulejo tras poner los nueve tipos de café.
Un café.

Un café. / Shutterstock

  • La historia de un local de referenciaEl negocio de la familia Prado es fruto de la unión de tres antiguos locales: El Café Central original, el Café Suizo, y el Café Múnich. El primer Café Central nació en 1920 de la mano de Manuel Lucena Arrabal, natural de Montilla, provincia de Córdoba. Pero la historia del Central es la historia de una familia: José Prado Crespo y Javier González Páez. Estos cuñados fueron los que hicieron del Café Central un local emblemático, ya parte de la historia del centro de Málaga. {"zeta-moreinfo":{"title":"El \u00faltimo no me lo pongas","id":"61436062","type":"article"}}Durante los años de inmediata posguerra, José Prado alquiló el Central, y más tarde, junto a Prudencio Ortega, el local del Café Múnich, que hasta su adhesión a las cafeterías de los bajos, estaría ocupado por una óptica. Ya en la década de los 70, tanto el Suizo como el Múnich fueron absorbidos por el Central, y la cafetería comenzó a contar con varias entradas. El Café Central cambió por última vez de dueño en 2005, cuando José Prado Crespo falleció, y su hijo Rafael recogió el testigo. Rafael Prado Salas siempre ha estado vinculado a la hostelería: Fue presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga durante más de 20 años. La jubilación ha logrado arrancarlo de los brazos del Central, además de problemas con la propiedad del edificio. Aunque esa hubiera sido su voluntad, el Central no seguirá 100 años más sirviendo nubes, sombras, y semi-largos. El centro histórico y lo puramente malagueño ya está en vías de extinción, pero la historia permanecerá en cada mañana de la vida de los malagueños.

La historia de un local de referencia