Afortunadamente, la escultura pública en Málaga ha tenido una evolución que, en líneas generales, no se ha quedado detenida en el año de la polka (o polca), una danza de origen polaco que comenzó a extenderse por Europa a partir de 1830.
En caso contrario, todavía conviviríamos con monumentos de prohombres (y promujeres), con el aspecto de haber acabado de almorzar con Castelar.
Paradójicamente, uno de los ejemplos más modernos de escultura pública malaguita fue el monumento a Cánovas del Castillo, obra de Jesús Martínez Labrador, de mediados de los 70, que causó polémica precisamente por apartarse de los cánones más encorsetados del XIX.
El joven que protestó ante Cánovas
De tiempos de Pedro Aparicio es la remodelación de la plaza de Uncibay, unida temáticamente a la calle Granados gracias a la historia mitológica de Acteón y la diosa Diana, obra de José Seguiri, al igual que el rapto de las sabinas de la plaza.
La raíz mediterránea como motor artístico
Y de la época de Paco de la Torre, un gran número de obras de aires modernos como ‘Jaula para pájaros’ de Jaume Plensa junto a Félix Sáenz, ‘Points of view’ de Tony Cragg asomada acalle Larios o la escultura homenaje a Rafael Pérez Estrada, la 'paloma quiromántica' de calle Bolsa.
La llegada, mucho más académica, de las esculturas de Hans Christian Andersen y Pablo Ruiz Picasso se compensó porque, como el escriba, son sedentes e invitan a sentarse y fotografiarse con ellas.
Los secretos de la escultura de Andersen de Málaga
Un nuevo ‘tour de force’ fusionó escultura y asiento con la pareja de criaturas del artista Chema Lumbreras que desde finales de 2009, en la calle Moreno Monroy se encargan de sujetar un banco, con gran esfuerzo por su parte.
A pocos metros, en la calle Nicasio Calle, nuevas criaturas de Chema Lumbreras realizan ejercicios propios de saltimbanquis en las alturas.
El problema de las dos originales esculturas que soportan el banco es el alarmante grado de deterioro. Si el resto de obras escultóricas aquí mencionadas presentan un estado más que aceptable, quizás la condición de humildes patas de banco haya hecho que el Ayuntamiento no les preste el interés que debiera.
El resultado recuerda al famoso retrato de Dorian Gray, que se iba marchitando a una velocidad alarmante. En 14 años desde su inauguración, las modernas patas de banco de Lumbreras parecen haber alcanzado ya la senectud.
Con un poco de mantenimiento, es decir, con un poco de interés, volverían a estar perfectas y a recuperar la lozanía que merecen. Suerte.