Arqueología

Los restos fenicios del Cerro del Villar vuelven a destaparse

Este yacimiento fue descubierto en los años 60 y ha sido objeto de excavaciones arqueológicas desde 1987. Los trabajos han puesto al descubierto una ciudad fenicia de grandes proporciones situada en una antigua isla en el delta del río Guadalhorce. Después de más de 20 años sin ser explorado, en 2022 comenzaron las excavaciones, que esta pasada semana se han retomado

El grupo de investigación de la UMA liderado por el profesor José Suárez centra esta nueva campaña en conocer en extensión una de las residencias fenicias del siglo VIII a. C., de las más antiguas de la bahía de Málaga

Laura Rubio

Bajo tierra se esconde una ciudad. Los restos de lo que fue una civilización, una cultura, costumbres, personas y familias, quedan enterrados bajo el suelo del Cerro del Villar, un yacimiento fenicio que esconde un tesoro que está desvelándose poco a poco

Un equipo de más de un centenar de investigadores, liderado por el profesor del Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga José Suárez, comenzó a examinar en 2022 el yacimiento fenicio del Cerro del Villar. 

Esta semana volvieron a sacar sus excavadoras y herramientas para retomar las excavaciones que comenzaron hace un año y que permitieron descubrir restos arqueológicos de hace unos 2.700 años, piezas de cerámica fenicia, griega y etrusca del siglo VI a.C y muros de más de medio metro de ancho. Estos, según explica el investigador principal del grupo, se corresponden con las habitaciones de una gran vivienda que podría tratarse de una de las más antiguas de la bahía de Málaga. 

Estas nuevas investigaciones se enmarcan en el proyecto ‘Cerro del Villar: Naturaleza y Temporalidad del proyecto territorial fenicio arcaico en la Bahía de Málaga (2022-2025)’, autorizado por la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía.

Los trabajos actuales se dividen en dos fases y cinco semanas. Durante la primera fase y primera semana, el grupo se encarga de destapar lo que cubrieron el año pasado. En ese punto se encuentran, bajo el sol veraniego y sin sombra, conjuntados con chalecos reflectantes y divididos en dos sectores, trabajando toda la mañana en esta fase inicial. 

Primera fase

«Ahora mismo estamos realizando labores previas para preparar la zona para la excavación para cuando lleguen todos los equipos. Estamos recibiendo la logística para tener sitios de aseo y almacenaje y estamos descubriendo los cortes de las campañas anteriores para unirlos con las zonas nuevas», explica Sonia López Chamizo, especializada en Topografía y Documentación y una de las encargadas de controlar la maquinaria. 

En uno de los sectores se encuentra una excavadora retirando grandes montones de tierra, mientras que en el otro ya están descubriendo los sondeos de las campañas previas. «Primero hay que retirar las capas de cubrición de terreno y luego buscamos los geotextiles. Esto es una tela blanca que protege el vaso de la excavación antigua y sobre eso se echan paquetes de grava para que por debajo quede la tierra. Primero retiramos la tierra, luego detectamos hasta donde están las cotas de grava y a partir de ahí se comienza a excavar para recuperar los sondeos del año pasado», explica la arqueóloga. 

En la primera fase emplean la maquinaria para descubrir los hallazgos del año pasado

En la primera fase emplean la maquinaria para destapar lo que se cubrió el pasado año / Gregorio Marrero

Objetivos

Los investigadores buscan ayudar a profundizar en el conocimiento de la evolución de este asentamiento entre los siglos VIII-VI a.C., cuál fue su reacción a los eventos catastróficos y cómo se organizó el urbanismo, con particular atención a posibles zonas portuarias.

Para ello se centrarán en conocer en extensión una de las residencias fenicias del siglo VIII a.C., de las más antiguas de la bahía de Málaga, que permitirá conocer quiénes eran y cómo vivían.

Pretenden destapar lo que en época fenicia fue una ciudad, uniendo como si de un puzle se tratase todas las calles, muros y restos de viviendas: «Lo que estamos excavando es una ciudad, es como si viéramos el barrio de la Trinidad hace treinta años, calles estrechas de tres o cuatro metros y al lado manzanas con casas. El objetivo es detectar esas calles y delimitar esas viviendas, lo ideal es unir cada año lo que va saliendo», expone López Chamizo.

Tener que volver a tapar y destapar cada año es un trabajo extra, pero tiene una explicación sencilla: conservar los restos y el terreno. «Lo mejor para el yacimiento a nivel de conservación preventiva es que se vuelva a tapar. Al final salen plantas, si eso no se cubre, esa vegetación sale entre los muros, con lo cual las raíces rompen y alteran los muros. Es trabajo extra el tener que cubrir y descubrir cada vez que se retoma, pero el objetivo es que el yacimiento no se dañe», detalla esta integrante del equipo. 

Dejar el yacimiento al descubierto es un objetivo a largo plazo que aún, por falta de presupuesto, no pueden permitirse: «Lo ideal sería que, una vez terminamos la excavación, entrase el personal de restauración y a lo largo del año se hiciese una labor de conservación del yacimiento para que no haya que tapar y destapar. Sin embargo, eso vale mucho dinero y supone un proyecto a muy largo plazo. Todavía no estamos en esa fase del proyecto, son campañas que se irán sumando y ese será el objetivo algún día: que sea visitable», cuenta la experta. 

Organización del trabajo

A pesar del gran volumen de trabajo que supone esta labor, el grupo de investigación tiene perfectamente organizado el sistema y el horario. En esta primera fase en la que cuentan con maquinaria se ajustan al convenio de la obra en verano, que les obliga a hacer una jornada intensiva por las mañanas. Sin embargo, será a partir de la segunda semana cuando dividan las tareas entra mañana y tarde. 

«Por la mañana realizaremos el trabajo de campo, y por la tarde el de investigación. Sin embargo, siempre habrá gente en un lado y en otro», explica Sonia López. 

«Los equipos son mixtos, no solo porque venga gente de fuera, sino porque también hay voluntarios y contratados. Es una dinámica novedosa en trabajo de investigación, ya que se suele hacer solo con equipo de voluntarios, y aquí se está dando también una oportunidad a alumnos que terminan la carrera y se incorporan al mundo laboral», relata. 

El equipo está formado por investigadores del Departamento de Ciencias Históricas, de Arqueología e Historia Antigua, de las Facultades de Ciencias y de Turismo y por técnicos de los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación de la Universidad (SCAI).

Los arqueólogos recuperan los restos descubiertos el año pasado

Los arqueólogos recuperan los restos descubiertos el año pasado / Gregorio Marrero

Además, cuenta con la colaboración de especialistas de otras universidades andaluzas e internacionales.

El espíritu de trabajar y de aprovechar al máximo este yacimiento les hace calificarse como «ambiciosos», ya que consideran que han abierto una superficie muy importante.

«Estamos muy satisfechos con el trabajo y los resultados del año pasado por la gran acogida que tuvieron a nivel local, nacional e internacional. Se presentaron los resultados en 3 o 4 congresos del mundo académico», explica Carmen, manteniendo que las expectativas son conseguir el mismo o mayor alcance que ya obtuvieron el año pasado. 

«Tenemos que ser conscientes desde Málaga de que tenemos entre manos un yacimiento excepcional, uno de los pocos yacimientos claves en el Mediterráneo para entender la colonización fenicia y la integración con las poblaciones locales. Málaga debe saber lo que tiene , que es una joya que hay que cuidar y que a nivel científico es de primera», concluye la arqueóloga.