Educación

Los institutos empiezan a prohibir el móvil por ser foco de conflictos

Docentes y progenitores de Málaga reconocen, después de los últimos casos de uso irregular, que parecen ya contados los días en el uso de los teléfonos en los centros educativos 

Piden una regulación para evitar una mala utilización

Cada vez son más los jóvenes estudiantes malagueños que se encuentran con restricciones a la hora de utilizar sus terminales móviles en los recreos o mientras cambian de clase, en los pasillos de sus centros educativos.

Cada vez son más los jóvenes estudiantes malagueños que se encuentran con restricciones a la hora de utilizar sus terminales móviles en los recreos o mientras cambian de clase, en los pasillos de sus centros educativos. / Laura Poveda

Los móviles empiezan a tener los minutos contados en multitud de centros educativos de la provincia de Málaga. El caso de Almendralejo, en Badajoz, ha hecho saltar las alarmas de nuevo. El mal uso de la tecnología por parte de menores, esta vez con una aplicación de nueva Inteligencia Artificial, obliga a repensar si les estamos educando eficazmente para utilizar las terminales móviles y todo lo que suponen. Es una responsabilidad de toda la sociedad, pero como los propios menores pasan gran parte de su tiempo en clase, la escuela ya está tomando medidas.

En territorio malagueño, como ocurre en el resto de Andalucía, cada instituto tiene su propio reglamento sobre el uso del móvil. La mayoría de los centros consultados remarcan que en clase sólo se permite utilizarlo en determinadas actividades, tuteladas siempre por el docente. Y en todo caso ni siquiera se da esta situación en aquellos alumnos menores de 12 años. Fuera de las aulas, en los pasillos o patios, durante los recreos, la tendencia generalizada es la de prohibirlo.

Y es que la mayoría de los docentes y progenitores consultados reconocen que son herramientas que en muchas ocasiones se convierten en «motivo de conflicto». Lo son porque constituyen un elemento de distracción para los alumnos durante las clases, pero también por el mal uso que se pueda hacer de las terminales y las graves consecuencias que ya se están viendo en distintas provincias.

Hay centros que llevan bastantes años con medidas respecto a los móviles y otros que han impulsado este curso un plan especial. No hay una norma común, de manera que esa independencia de la que goza cada comunidad escolar permite que en algunos centros se puedan usar las terminales individuales durante los recreos y en otros haya acotaciones en términos de la edad del alumno. La casuística es variada y en determinados casos son los progenitores los que piden una norma general para así evitar que lo aprobado en un centro se pueda aplicar sin excepciones.

En el IES Salduba de San Pedro Alcántara hay restricciones desde este curso en el uso del móvil. No se puede utilizar ni en las aulas ni en los tiempos entre clases, como señalan los propios progenitores. Para uno de los padres consultados, la medida contribuye a que el alumnado «pueda tener una mayor fluidez en la comunicación», porque durante una década se había detectado que el uso abusivo de las nuevas tecnologías había fomentado un «mayor aislamiento de los menores».

Si cruzamos el litoral hasta el interior de la comarca de la Axarquía, en Cómpeta, un docente reconoce que los alumnos se han acostumbrado a utilizar el móvil en todo momento «y tendrá que llegar el momento en el que todos los centros estemos obligados a eliminar su uso por completo». Agrega otro profesor de la Costa del Sol más oriental que un móvil «en manos de un adolescente puede ser una bomba, tal y como hemos visto en Extremadura o cuando afrontamos temas tan preocupantes como el maltrato entre escolares o los suicidios en edades tempranas».

En la capital malagueña, concretamente en el IES Cánovas del Castillo, este mismo curso se ha puesto en marcha un plan cuyo lema deja claro cuál es el objetivo: «Cánovas, un paraíso libre de móviles». De esta forma, ningún alumno de Secundaria ni de FP Básica puede usar el móvil en el centro. «Es una prohibición tajante del uso, aunque no podemos prohibir que vengan con móviles porque hay muchas familias que se sienten más seguras», explica Pilar Galán, vicedirectora del IES Cánovas del Castillo.

Un caso de bullying en un instituto.

Un caso de bullying en un instituto. / AEPAE

En las paredes de estas instalaciones educativas ya lucen carteles para recordar al alumnado esta prohibición y el profesorado lleva bolsas acolchadas de papel para «guardar los móviles de los menores a los que ven usándolos». Incluso han regulado su uso en el aula como recurso educativo al observar que los alumnos tendían a «despistarse». La cuestión es que el móvil «es un elemento de distracción y además les impide concentrarse».

En momentos concretos, se usa el móvil dentro del aula, «siempre y cuando el profesor tenga una autorización de los padres». Y alega la propia Galán que como «no hay ninguna ley que regule esto, cada centro estamos adoptando diferentes medidas pero cada vez somos más los que prohibimos el uso del móvil». Considera, asimismo, que se necesitaría una regulación para evitar malos usos «porque las consecuencias son graves».

Los móviles, incluidos en los planes de los centros

En el IES Nuestra Señora de la Victoria (Martiricos), su director, Diego Palacios, destaca que en el patio es donde más problemas generan los móviles y pone el ejemplo de las posibles «grabaciones no consentidas». Por ello, en este centro los alumnos tampoco pueden usar el móvil. Los de ESO y FP Básica lo tienen prohibido directamente y para los de Bachillerato se permite «sólo cuando lo indique el profesor y siempre para cuestiones académicas».

Esta diferenciación según el alumnado también se hace en el IES Profesor Isidoro Sánchez, donde conviven desde alumnos de la ESO de 11 o 12 años hasta adultos de 30 que cursan Formación Profesional. Como explica la profesora Patricia Santos, en este centro de la zona de Nuevo San Andrés la prohibición se incluyó en el Plan de Centro hace unos cuatro o cinco años, pero generó problemas por esta diversidad de alumnado.

Por ello, desde el curso pasado han delimitado dos zonas en el patio, una para los alumnos de ESO y otra para los mayores de edad de educación postobligatoria. Los estudiantes mayores sólo pueden usar el móvil en su zona. En el resto del centro, está prohibido «a no ser que el docente lo requiera para alguna actividad de aula», detalla esta profesora.

Los móviles y cualquier dispositivo electrónico también están «completamente prohibidos» en el IES Belén, un instituto de Carretera de Cádiz en el que esta norma está vigente desde hace una década al menos. Los alumnos no pueden entrar con móviles en el instituto. «Si suenan o se los ven, se les requisan y se depositan en Jefatura de Estudios», explica la profesora Teresa Moreno Vizcaíno. No obstante, se pueden usar para «actividades muy concretas que cuenten con la autorización del profesor y la directiva».

La Unesco exige más limitaciones

Un nuevo informe de la Unesco advierte de los peligros que presenta el uso excesivo de móviles en la educación, hasta el punto de que considera la agencia de la ONU «que los beneficios que aportan desaparecen cuando se utilizan en exceso o sin la orientación de un profesor». Así se argumenta: «La revolución digital encierra un potencial inconmensurable pero, al igual que se ha advertido sobre cómo debe regularse en la sociedad, debe prestarse una atención similar a la forma en que se utiliza en la educación», afirma la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. «Su uso debe ser para mejorar las experiencias de aprendizaje y para el bienestar de estudiantes y profesores, no en su detrimento», destaca la directora. El informe GEM 2023 de la Unesco alega que, si bien las tecnologías en el aula pueden ser beneficiosas para el aprendizaje de los estudiantes, también pueden tener un impacto perjudicial si se utilizan de forma inadecuada o excesiva. Los datos de evaluaciones internacionales a gran escala, como los proporcionados por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), sugieren una relación negativa entre el uso excesivo de las TIC y el rendimiento de los estudiantes. Mientras que en 14 países la mera proximidad a un dispositivo móvil distrae a los estudiantes y tiene un impacto negativo en el aprendizaje, menos de uno de cada cuatro países de todo el mundo ha prohibido el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas. Entre los que los han prohibido se encuentran Francia o Italia, mientras que otros estados como Finlandia y los Países Bajos tienen previsto introducir la prohibición a lo largo de 2024. 

En el reglamento del IES Universidad Laboral se explicita que los móviles no se pueden utilizar sin la autorización del profesor. Su director, Juan Jesús Larrubia, aclara que los alumnos pueden llevarlos a clase, pero no los pueden sacar. Si un profesor ve a un alumno con los ojos puestos en la pantalla, la primera vez le hará una advertencia pero la segunda el móvil le será retenido durante la clase. Si reitera en su conducta, las sanciones irán en aumento. Durante los recreos en este instituto de Teatinos, los alumnos sí pueden utilizar sus móviles.

Otro ejemplo más. En el IES Vicente Espinel (Gaona) afirman que «la idea es educar, no prohibir». Su Reglamento de Ordenación y Funcionamiento del Centro recoge que a los alumnos de la ESO se les ha pedido que no vayan a clase con los móviles. Si los llevan, no se les permite usarlos durante las clases. En los periodos no lectivos como el recreo o los cambios de clase, pueden usarlos «de forma adecuada y no infringir las normas». En definitiva, el móvil está como nunca en el «ojo del huracán». Y sus días dentro de los centros educativos parecen contados.

Suscríbete para seguir leyendo