Crónicas de la ciudad

El peatón redescubre la ‘ignota’ calle Álamos

La reforma ha acabado con el peligroso desfiladero peatonal y posibilita por fin redescubrir esta histórica vía así como las luces y algunas sombras de su arquitectura

La ‘nueva’ calle Álamos, estos días.

La ‘nueva’ calle Álamos, estos días. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Nos recuerda Francisco Bejarano en su estupendo libro ‘Las calles de Málaga’, que ya en la temprana fecha de 1531 se hace alusión a los álamos de calle Álamos, pero para poder plantar en otoño más ejemplares a continuación, por las inmediaciones del convento de San Francisco

Por este motivo, el gran investigador aventura que la doble hilera de álamos y el nombre que recibió la calle ya estaban desde finales del XV o al menos comienzos del XVI. 

Las recientes obras de semipeatonalización de las calles Carretería y Álamos, en un 80 por ciento costeadas con fondos europeos, han propiciado que los malagueños redescubramos esta primera ‘ronda’ de tráfico de Málaga en la que, por fin, los coches han pasado a un discreto segundo plano -no así el aparcar donde Dios les dé a entender, costumbre que continúa-.

Hasta esta crucial reforma, atravesar la calle Álamos era un trabajo que a Hércules se le habría hecho cuesta arriba, por el agobiante paso de los coches mientras los peatones avanzaban en hilera o de perfil cuando aparecía alguien en dirección contraria. 

La calle Álamos no se disfrutaba, simplemente el malagueño de a pie la atravesaba como podía, con la intención de salir indemne: el objetivo era no sentir en el cuerpo el grácil tacto de un espejo retrovisor

La necesaria reforma es un salto de calidad para las muchas personas que no se mueven por la zona a pedales, con motores eléctricos o de gasolina. Las aceras se han estirado hasta una anchura civilizada y eso ha propiciado que, además, los malagueños descubran o redescubran una arquitectura de imposible disfrute antes.  

Contrastes en calle Álamos.

Contrastes en calle Álamos. / A.V.

Una arquitectura que, al estar en Málaga, está llena de contrastes por no decir de luces y algunas sombras. 

En la acera de los pares, por ejemplo, tenemos un ejemplo señero de arquitectura basura malagueña, el número 36, un adefesio siniestro de mucha más altura que el resto de inmuebles, de probable perpetración en los años 60 o 70. 

A su lado, el número 34 es un probable edificio del XIX o inicios del XX cuya belleza ha sido ‘vampirizada’ por una prescindible intervención municipal -es sede de Promálaga-.

Dos de los mejores inmuebles de la calle.

Dos de los mejores inmuebles de la calle. / A.V.

Pero también los paseantes podrán admirar la preciosa sede del Centro Andaluz de la Letras o el soberbio inmueble que hay enfrente, también en la esquina con Marqués de Guadiaro y que tiene la entrada por esta vía.

Con sus luces y sombras, en suma, redescubrir la calle de esos álamos del Siglo de Oro y hacerla por fin nuestra. Felicidades.  

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