Mirando atrás

Antonio Castillo y los pinceles de Málaga

El abogado Antonio Castillo (Málaga, 1973) comenzó con 30 años a coleccionar pintura andaluza del XIX, especialmente malagueña. Partidario de que las obras de arte salgan del ámbito privado, parte de su colección puede verse hasta finales de agosto en el MUPAM

Antonio Castillo, junto al busto de  José Moreno Carbonero y una de las obras quijotescas del pintor expuestas en el MUPAM.

Antonio Castillo, junto al busto de José Moreno Carbonero y una de las obras quijotescas del pintor expuestas en el MUPAM. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«La filosofía es prestar, compartir y no encerrar las obras en los salones. Las obras tienen vida propia y nosotros somos meros detentadores temporales; no me atrevo a decir ni siquiera dueños», comenta Antonio Castillo (Málaga, 1973).

Este abogado con 25 años de ejercicio predica con el ejemplo y desde el pasado 12 diciembre y hasta el 25 de agosto comparte 39 obras de su colección de pintura malagueña del XIX, la Colección Castillo Torreblanca, junto con otras cedidas por el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación, en una exposición repartida en dos plantas del Museo del Patrimonio Municipal de Málaga

Este cuadro de la primera etapa de Romero de Torres fue el germen de la vocación de Antonio Castillo coleccionista. En la foto, en el MUPAM.

Este cuadro de la primera etapa de Romero de Torres fue el germen de la vocación de Antonio Castillo coleccionista. En la foto, en el MUPAM. / Álex Zea

Y en esta muestra no podía faltar una obra muy especial porque como explica, es el origen de su vocación como coleccionista de arte: se trata de ‘Jardín de Córdoba’ de Julio Romero de Torres, que estaba en Madrid en casa de sus abuelos paternos. ¿Cómo llegó el cuadro a su familia?: «¿El único vínculo es que mi bisabuelo paterno nació en Priego de Córdoba y era contemporáneo de Romero de Torres», cuenta. 

En los años 90 fue Mercedes Valverde, la mayor especialista sobre el pintor cordobés, quien dató la obra y hasta le puso título. Pintada hacia 1898-1900, durante la primera etapa del artista, Antonio Castillo recuerda que el cuadro participó en 2003 en una gran exposición sobre Romero de Torres en su ciudad natal que pudo visitar. Y fue en esa muestra donde sintió esa relación especial con una obra de arte «que no es tener una relación con un coche que se hace en serie». 

Antonio Castillo, en su despacho, con la portada de un libro del académico de la Lengua José María Merino que reproduce uno de sus cuadros.

Antonio Castillo, en su despacho, con la portada de un libro del académico de la Lengua José María Merino que reproduce uno de sus cuadros. / Archivo personal

El abogado malagueño recuerda además que para indagar sobre su valor, entró ese año en la web Art Price, «la base de datos más completa del mundo» y para consultar tuvo la posibilidad de pagar por 24 horas de uso. Tras localizar una adquisición de un Romero de Torres muy similar, hoy en el Museo Carmen Thyssen de Málaga, «como me sobraban 23 horas», cuenta que siguió buceando en el mundo del arte y ahí comenzó su colección, centrada en la pintura andaluza del XIX, en especial la malagueña, «que es la que tengo más cercana y la que más me ha gustado». 

Su primera compra fue un Gómez Gil, una marina clásica fechada en 1916, cuando este artista a caballo entre Málaga y Cádiz se encontraba en la ciudad de Picasso, así que es muy posible que se trate de un paisaje malagueño. Como esta primera adquisición estaba en plena restauración cuando se organizó la muestra del MUPAM, no pudo exponerse, explica.

Antonio Castillo, en el MUPAM junto al cuadro 'Playa de la Caleta' de Enrique Florido Bernils de 1900.

Antonio Castillo, en el MUPAM junto al cuadro 'Playa de la Caleta' de Enrique Florido Bernils de 1900. / Álex Zea

Para Antonio Castillo, quien busque en el arte una manera de invertir le recomienda mejor que invierta «en bolsa, en oro o lo que sea». «Esto es una satisfacción, la química positiva que genera la primera vez que uno ve una obra en un anticuario o en una casa de subastas; después cuando la intentas comprar y luego cuando la ves físicamente». Por eso, confiesa que le gustaría que sus hijos pudieran tener «las mismas sensaciones que tuve yo desde niño, abrirles la mente y que no se centren en el fútbol y la maquinita». 

Y como subraya, también le produce sensaciones más que positivas el compartir esa obra, como hace en el MUPAM con 39 cuadros -siempre óleos sobre tabla o sobre lienzo- de los alrededor de 50 de su colección. 

En el MUPAM

Antonio Castillo, esta semana delante del MUPAM.

Antonio Castillo, esta semana delante del MUPAM. / Álex Zea

Precisamente, el cartel de la muestra ‘Pintura malagueña del XIX. Colección Castillo Torreblanca y fondos del Patrimonio Municipal’ es un detalle de su cuadro ‘Aventura del vizcaíno’, pintado por José Moreno Carbonero hacia 1895, que en la exposición comparte vecindad con ‘La aventura de los mercaderes’, del mismo pintor. Como explica Antonio Castillo, ha tenido la satisfacción de ver esta última obra convertida en portada del libro ‘A través del Quijote’ (Reino de Cordelia) del Premio Nacional de las Letras Españolas José María Merino.  

Porque un paseo por la exposición con el abogado malagueño demuestra que la magia de un cuadro no se limita a lo que ve el espectador: hay mucho más detrás. 

La visita del gran Gayarre

Literalmente es lo que ocurre con una vista de Málaga pintada por el gran marinista Emilio Ocón: «En diciembre de 1883 vino a dar un recital al Teatro Cervantes el tenor español Julián Gayarre, el Pavarotti de la época y le encargaron a Ocón un cuadro de lo más representativo de Málaga para regalárselo», cuenta Antonio Castillo, que precisa que en el bastidor está escrita la dedicatoria a Gayarre de quien se la encargó, Avelino Esparza «que tenía un negocio y vivía en el Palacio de Villalón», actual sede del Museo Carmen Thyssen. El cuadro lo localizó en Barcelona.

Marina de Emilio Ocón, regalo para el tenor Julián Gayarre.

Marina de Emilio Ocón, regalo para el tenor Julián Gayarre. / Álex Zea

Y en Estocolmo encontró un lienzo con un paisaje de Venecia de Antonio Reyna Manescau del que señala un pequeñísimo detalle: En unas velas puede leerse ‘Op. 34’. Es la catalogación personal del pintor, que aunque repetía muchos cuadros venecianos para los turistas, «había cuadros que no repetía jamás y los incorporaba a su catálogo, no como obra comercial», explica. 

Antonio Castillo muestra en el MUPAM un detalle del cuadro de Antonio Reyna Manescau con la catalogación del propio artista: Op. 34

Antonio Castillo muestra en el MUPAM un detalle del cuadro de Antonio Reyna Manescau con la catalogación del propio artista: Op. 34 / Álex Zea

Para el experto, Antonio Reyna Manescau (Coín, 1859-Roma, 1937) es ahora mismo el pintor español de esa época más internacional: «En el Museo de Bellas Artes de Boston, en los Museos Vaticanos, en el Hermitage... tienen obra de Antonio Reyna; es un pintor totalmente internacional». 

Pero internacional es también el coleccionismo de pintura andaluza y malagueña del XIX y para demostrarlo, destaca que «más de un tercio» de sus piezas proviene de fuera de España:«De Canadá, Estados Unidos, México, Francia, Italia, Suiza, Suecia... es arte internacional».

El coleccionista malagueño, que el año pasado comisarió una exposición en Antequera sobre pintura andaluza del XIX y el XX, en la que pudieron verse algunos de sus cuadros, quiere seguir disfrutando con el arte que más le llena, por eso desea compartir ese disfrute con el público. 

«Eso es generar curiosidad y generar cultura», remarca Antonio Castillo, un coleccionista ejemplar.    

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