En el verano de hace 20 años, el autor de estas líneas, todavía con una precaria cubierta capilar, paseó desde el Centro hasta el Guadalhorce con la intención de registrar algunos elementos de Málaga que, daban la impresión, desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos.
No fue tan rápido el proceso, pero al realizar el mismo paseo dos décadas después se aprecian algunas desapariciones y también mejorías, como la chimenea de Los Guindos, que pese a que nunca ha recibido el cariño de los vándalos -como hemos podido ver esta semana- en 2004 estaba al pique de un repique y sólo 4 años después era restaurada por el Ayuntamiento.
Los garrulos marcan la chimenea de Los Guindos
También se salvó la chimenea de la antigua Central Térmica, por entonces con la famosa pintada de ‘No a la guerra’ (de Irak). Muy poco después, en 2006, fue declarada BIC pese a la incomprensible oposición de Endesa, por entonces, necesitada de un ‘traductor simultáneo de chino’ para entender el concepto de Patrimonio Industrial, que no le entraba en la mollera.
No se pudo salvar el precioso depósito de agua que la escoltaba, destruido por las fuerzas brutas. Quién duda de que hoy sería uno de los elementos más bonitos y fotografiados del Oeste de Málaga, aunque no diera rédito inmobiliario.
La línea 16 de la EMT terminaba entonces muy cerca, en una rotonda que dejaba a un lado los restos del antiguo Cuartel de Carabineros, luego de la Guardia Civil y que todavía lucía el lema de ‘Todo por la Patria’ en su ruinosa fachada.
Y en el espigón de La Térmica se apreciaban con más claridad los raíles y permanecía, para uso de los bañistas más osados, la oxidada rampa para cargar el carbón mineral pulverizado que alimentaba las calderas de la extinta central. A lo lejos, tras Sacaba, lucían las cúpulas blancas del Butano.
Llama la atención que, en estos 20 años, la playa de la Misericordia continúe ofreciendo una imagen tan romántica como desordenada, con su galaxia de caravanas y vegetación costera que resiste este regodeo de la sequía en pleno invierno primaveral.
Se imponen hoy con toda rotundidad las Málaga Towers junto a la chimenea; si han levantado oposición en parte de la ciudad, desde luego no causan el enorme estropicio de los viejunos rascacielos de Martiricos ni dañarán el paisaje como el hotel misil catarí, si se perpetra.
Y sorprende también, pese a algún acicalamiento de Gobierno central, el desastroso estado del espigón de la Térmica. Viéndolo hoy sólo puede mejorar.