Crónicas de la ciudad
Los garrulos marcan la chimenea de Los Guindos
La preciosa chimenea centenaria, restaurada por el Ayuntamiento en 2008, convive en la base que asoma al mar con pintadas que van sumando meses
Como saben, rectificar es de sabios y tras un tiempo de desnortamiento, nuestro Ayuntamiento entendió que derribar las chimeneas de la antigua Málaga industrial y a la vez fomentar la marca de ciudad cultural no casaba muy bien, así que dejó de echarlas abajo y no sólo las protegió sino que también empezó a restaurarlas.
Una de las restauraciones más airosas fue la de la chimenea de Los Guindos en 2008, que se complementó con un paseo marítimo moderno, nada atosigante, jalonado por bloques de alturas y distancias consensuadas con los vecinos, para no repetir el enjambre sin sentido de La Malagueta, lo que dio lugar a menos ganancias inmobiliarias pero también a una Málaga más civilizada.
Lástima que la civilización flaquee simbólicamente en la base de esta chimenea de 96 metros de altura, por la presencia de enemigos del intelecto que la mantienen tan sucia como una cuadra. Y es una pena tanto dinero público invertido en realzar este vestigio del Patrimonio Industrial de Málaga, en lo que queda de la centenaria y recordada Compañía Minerometalúrgica Los Guindos, que comenzó su andadura en 1922 y no cerró sus puertas hasta finales de 1979, para que los ceporros del spray mancillen su memoria.
Pero estas tenemos en Málaga, donde una minoría de huérfanos de la reflexión quiere dejar su huella física en los monumentos y en el mobiliario urbano, aunque con ello canten a los cuatro vientos su ‘ceporridad’, si entendemos por este ‘palabro’ su condición de ceporros.
Como saben, la base de la chimenea, con arcos de medio punto, está protegida por gruesos cristales. Pues bien, una de las cristaleras tiene la huella posible de una pedrada -o incluso de la mollera del garrulo infractor- mientras que la que mira al Mar de Alborán es ya puro desmadre pictórico, incluida la base inclinada colocada tras la restauración.
Por cierto que ahí puede verse una pintada relacionada con la película de Mario Casas y María Valverde ‘A tres metro sobre el cielo’. La pareja protagonista de la pintada debería sellar su amor acudiendo a un taller de urbanidad. El caso es que esta ‘garrulez’ está fechada el 23 de noviembre de 2022, así que da la impresión de que nuestro Ayuntamiento o no se ha enterado o prefiere que sea el sol el que borre la pintada los próximos años. Lo mismo ocurre con una pintada gigantesca en una de las columnas de acero corten.
Más incomprensible es que no se decida a borrar, en el ladrillo centenario de la chimenea, un falo pintado con espray azul. Pura poesía.
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