Crónicas de la ciudad

Vuelve la cervantina Isla de Arriarán

La revista cultural y científica de Málaga presenta un doble número tras el paréntesis de la pandemia, superadas ya las tres décadas de vida 

Portada del último número doble de la revista Isla de Arriarán.

Portada del último número doble de la revista Isla de Arriarán. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Corría el año 93 y en Málaga surgió una revista de divulgación cultural y científica amparada por personas como el crítico y poeta Francisco Peralto, que propuso su nombre, Isla de Arriarán; el profesor de la UMA Francisco Rodríguez Marín o el investigador y archivero Rafael Bejarano, quien en el primer número explicaba el origen de este nombre: la ‘isla’ era en realidad una manzana de casas sobre las que luego se formaron las calles de Atarazanas, Panaderos y la propia Alameda

En cuanto a Arriarán, parece que se trató, como muchos saben, del capitán Garcí López de Arriarán, que participó en la conquista de Málaga y obtuvo esta ‘merced inmobiliaria’ de los Reyes Católicos, la donación de unas casillas y tiendas fuera de las murallas de la ciudad. La isla de casas, mencionada en el tercer capítulo de la primera parte del Quijote junto a «los Percheles de Málaga», dio nombre también a la asociación cultural que saca adelante esta publicación. 

Primer número revista Isla de Arriarán, 1993.

Primer número de la revista Isla de Arriarán, 1993. / A.V.

La isla cervantina ha seguido su estupenda labor estas tres décadas y acaba de publicar un número doble, tras el largo paréntesis de la pandemia, en cuya portada pueden verse las ruinas de la preciosa capilla del lagar de Lo Muñoz, en el arroyo Jaboneros, con decoración barroca de sillares fingidos con triángulos.

Precisamente el primer artículo de este doble número habla de las decoraciones parietales en la arquitectura agraria de Málaga, un trabajo de Álvaro Amaya, Carlos Sánchez y Naser Rodríguez.

La isla de Arriarán, entre las Atarazanas y la Puerta del Mar, en la vista de Málaga de Anton van den Wyngaerde de 1564.

La isla de Arriarán, entre las Atarazanas y la Puerta del Mar, en la vista de Málaga de Anton van den Wyngaerde de 1564. / L.O.

Resulta imposible resumir todo el atractivo contenido de la revista, así que aquí van cuatro pinceladas más:

La primera, la depuración de maestros no fue una ocurrencia de Franco, como demuestra Fernando Ventajas con su artículo sobre las «purificaciones» de maestros durante la década (ominosa) del tarugo de Fernando VII.

La segunda, el profesor de la UMA Carlos Gozalbes recorre las atalayas y el recinto defensivo de Álora ‘la bien cercada’ en época medieval.

La tercera, se presentan las primeras evidencias de un eremitorio rupestre de finales del siglo XV en Coín, el del Desierto de los Ángeles, un trabajo de Francisco Marmolejo

La cuarta, la historia de Pedro Flores ‘Periquillo’, sobrino de Francisco Flores Arrocha, que continuó la senda de su tío en sus correrías de bandolero y que con el estallido de la Guerra Civil pasó a ser jefe de una columna de milicianos, una investigación de Pablo Benítez.

Confiemos en que la isla de Arriarán continúe en el horizonte de Málaga muchos años.

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