Historias de Málaga

La antigua puerta nazarí del Mercado de Atarazanas

La puerta de este famoso equipamiento del último tercio del XIX es de origen árabe, único testimonio de las primitivas atarazanas donde se reparaban embarcaciones

Fachada principal del Mercado de Atarazanas, con la puerta árabe de mármol original.

Fachada principal del Mercado de Atarazanas, con la puerta árabe de mármol original. / Álex Zea

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

No hace muchos años, se realizaron en el conocido mercado Central o de Atarazanas de Málaga obras de remodelación en su estructura interna y externa, con la intención de adecuarlo a las actuales demandas y necesidades comerciales del Centro de nuestra ciudad.

Fue la rehabilitación de este antiguo e interesante comercio, que fue inaugurado el 6 de abril de 1875, hace 149 años, aunque realmente sus obras no finalizaron hasta el año 1880. Se trató de un proyecto del arquitecto municipal Joaquín Rucoba, bajo los auspicios del marqués de Guadiaro, presidente de la Diputación de Málaga don Carlos Larios Martínez.

El mercado pasó a llamarse de Alfonso XII en honor del joven monarca. Sin embargo, siempre ha sido conocido por los malagueños como el de Atarazanas.

Pero siguiendo un poco la génesis de este mercado, trasladémonos al periodo en el que tras unos ensanches del trazado urbano, a principios de 1868, producto del auge constructivo que apareció en nuestra ciudad tras las leyes desamortizadoras, se demolieron poco tiempo después los restos de la antigua Atarazanas.

Dos años más tarde, en 1870, el cabildo malagueño se planteó levantar en el solar resultante, de casi cinco mil metros cuadrados de superficie, un Mercado de abastos, de estilo árabe, cuya puerta principal, de arco de herradura apuntado y dintel dovelado, es la que podemos contemplar desde hace mucho tiempo como su frontal.

En su día, fue desmontada pieza a pieza, trasladada desde su antigua ubicación unos 25 metros y restaurada por mandato del arquitecto Rucoba.

Detalle de la planta de las antiguas Atarazanas, de un plano militar del XVIII.

Detalle de la planta de las antiguas Atarazanas, de un plano militar del XVIII. / L. O.

¿Qué eran las Atarazanas?

Pero realmente ¿qué eran las Atarazanas? Según los eruditos, en árabe significa «casa de construcción». Al parecer, fueron unas antiguas instalaciones musulmanas, del siglo XIV, erigidas en época del rey Mohamed V (1354-1391) y que, por su cercanía al mar, pudieron haber servido para la construcción y arreglo de las fustas, cárabos y galeras musulmanas.

Esta estructura quedaba asociada a las murallas defensivas nazaríes que circundaban la ciudad. Algunos documentos correspondientes al alzado del Mercado de mediados del siglo XIX apuntan a que su recinto fue muy amplio, y cuadrado; su extensión llegaba hasta Santo Domingo y todo él quedaba protegido por altas torres cuadradas, una de ellas la conocida como Torre Gorda, la cual sobresalía hacia el mar como espigón redondeado.

Las murallas que daban al mar estaban almenadas y defendidas por matacanes. En ellas, frente al mar, se situaba una alta y amplia puerta, en forma de arco de herradura de mármol, actualmente los únicos restos que han quedado en buen estado de aquella estructura medieval.

Según algunos autores consultados, las primeras referencias escritas de estas Atarazanas datan del siglo XIV en las crónicas de don Pero Niño, conde de Buelma, militar marino a las órdenes del rey castellano Enrique III El Doliente.

Vista de las Atarazanas antes de la construcción del mercado.

Vista de las Atarazanas antes de la construcción del mercado. / L. O.

La conquista

Tras ser conquistada Málaga el 19 de agosto de 1487 por los Reyes Católicos, se mandó erigir en sus cercanías una ermita bajo la advocación de san Cosme y san Damián, según rezaba en la Real Cédula de 21 de marzo de 1491, concedida en la vega de Granada.

Poco tiempo después, algunos religiosos franciscanos que venían acompañando a los Reyes solicitaron a estos las dependencias de las Atarazanas, sin embargo, la Orden franciscana no prosperó en aquel recinto ya que poco tiempo después, lo tuvo que abandonar dadas las cercanas playas en las que los moriscos solían desembarcar para llevar a cabo sus tropelías.

Atarazanas Reales

Posteriormente y a mediados del siglo XVI, época del reinado de Carlos V, el emperador mandó reconstruir todas aquellas dependencias que se encontraban en un estado lamentable, y las denominó Atarazanas Reales. En este recinto la industria militar guardaba su arsenal de armas, producto de las fundiciones que se efectuaban en nuestra ciudad, pues desde 1505 Málaga fue un enclave militar muy importante en el Mediterráneo, debido a las fundiciones de cañones de diferentes calibres y fábricas de pólvora como la de Espartería, que surtían a todas las empresas bélicas del momento.

Interior del mercado, con la vidriera alegórica de la ciudad de Málaga.

Interior del mercado, con la vidriera alegórica de la ciudad de Málaga. / Álex Zea

Este baluarte militar estaba fortificado por más de 300 piezas de artillería con sus correspondientes cureñas. Algunas de estas fueron sacadas de este recinto en 1622 y 1623, siendo Corregidor de Málaga el capitán don Diego de Villalobos y Benavides, con objeto de pertrechar varios baluartes de las cercanías como eran el de San Andrés, el del Obispo, en la Puerta del Mar y por último el de Santo Domingo, con motivo de la venida a Málaga del rey Felipe IV, un año más tarde.

Tiempo después, en las epidemias que se desataron a lo largo del siglo XVIII, las Atarazanas fueron usadas como hospitales, y posteriormente, sus recintos sirvieron para almacenes del Estado puesto que Málaga era Capitanía General de la Costa y Reino de Granada.

Referente a los cuarteles para la tropa de caballería e infantería, hay que indicar que se llevaron a cabo numerosos proyectos, a lo largo de este siglo, por importantes ingenieros militares como Francisco de Gózar o Alfonso Ximénez, para ubicar la guarnición de Málaga en las estancias de las Atarazanas, pero sin embargo muchos de ellos fueron abandonados por inviables: unos por los escasos fondos con que contaban para llevar a cabo los trabajos de adecuación y otros, por la propia logística militar.

La demolición

Ya en el primer tercio del XIX hubo los primeros intentos por parte del Ayuntamiento de derribar el edificio, pues se interponía en los planes urbanísticos de la zona, sin embargo el proyecto de demolición tuvo que ser paralizado. Hasta 18 años más tarde no se reanudó el interés por el edificio ya que en octubre de 1840 la Diputación de Málaga falló a favor del Ayuntamiento para subastar el antiguo inmueble, pero este volvió a paralizarse hasta que en 1861 y ante el estado ruinoso que presentaba el viejo cuartel el Ayuntamiento creyó oportuno demolerlo.

Otra vista del mercado decimonónico.

Otra vista del mercado decimonónico. / Álex Zea

La Academia de San Telmo

La revolución de septiembre de 1868 propició la demolición de diferentes edificios emblemáticos de la ciudad como la Alhóndiga o las Atarazanas. Sólo se salvó la puerta árabe de mármol, gracias a la gestión de algunos ilustrados y admiradores del monumento, sobre todo de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, dirigida por el marqués de la Paniega, quien presionó para que se llevara a efecto la protección del monumento árabe que pasó a ser de los pocos vestigios de aquella cultura que han sobrevivido al tiempo y a la historia.

Agradezcamos los malagueños la sabia intervención de la Academia de Bellas Artes, que estuvo siempre en la defensa del patrimonio malagueño.