Hay operaciones que ya no tienen vuelta atrás y se han quedado en el camino para siempre, como el fichaje del culturalista Josep Señé o la cesión desde el Real Mallorca de Juan Diego Molina «Stoichkov». Con el primero había un acuerdo cerrado, incluso el jugador viajó a Málaga para buscar casa, pero el jeque no firmó la operación y tras varias semanas de espera, el jugador firmó por el Mallorca.

Con el segundo, más de lo mismo. Su representante estuvo en Málaga la semana pasada con todos los papeles arreglados para cerrar la cesión del bermellón al cuadro blanquiazul. Pero Emilio Viquiera salió de Martiricos y volvió a su casa sin la firma del jeque y solo con los buenos propósitos de José Luis Pérez Caminero de alargar unos días más la espera con la confianza de que Al-Thani diera el «ok» a la operación. Pasaron los días, no llegó la ansiada firma del dueño del club y Stoichkov cambió Málaga por Alcorcón.

Son solo dos ejemplos de la parálisis absoluta que vive el Málaga CF desde que hace dos semanas se hiciera oficial la marcha de Brezancic al Partizan serbio, última operación realizada por el Málaga CF en este presente mercado estival.

Desde entonces, nada de nada. Mucho trabajo en los despachos, muchos principios de acuerdo de salidas y llegadas de jugadores, pero nada oficial porque el jeque quiere tenerlo todo controlado, no ha dado poderes ni siquiera a sus familiares que están más cerca del día a día del club y sin la firma del sheikh ningún preacuerdo ni ningún apretón de manos del director deportivo o de Joaquín Jofre valen para absolutamente nada.