Está claro que el formato de España directo, aunque ahora en La Sexta se llame Verano directo, y en vez de Pilar García lo presente Cristina Villanueva, está más quemado que la charcutería macarra que manejan en playas y piscinas del litoral Rafa Méndez y Marbelys Zamora en esa horrible, demencial, y bárbara horterada llamada ¡Mójate!, y que quizá Cuatro, con cifras ridículas de audiencia, pueda eliminar. Claro que tampoco sabe uno si la misma cadena aguantará el declive de No le digas a mamá que trabajo en televisión, programa que desde el principio nació pero que muy, muy en declive. Es tal el declive que, para hacer audiencia en lo de Goyo Jiménez habría que decírselo a todas las mamás del equipo. Un dolor. ¿Y Verano directo? Imposible de sujetar en la parrilla. Y por varias razones. Una, tampoco lo ven ni las madres del equipo. Y dos, es normal que no lo vean. Han cambiado de cadena, pero no han mejorado.

Sigo sin entender un directo para que Enric Company, desde Barcelona, me enseñe una tabla de surf tuneada por Custo Dalmau, para que Julio Muñoz se suba a una azotea de Madrid mientras un rotulo estúpido pregunte ¿Dónde está Julio?, o para que un equipo se plante en la playa de Salobreña y Jorge Luque, previa preparación teatral, lleve a la mesa de unas mujeres adiestradas las gambas con salsa rosa que acaba de preparar el cocinero de un chiringuito y a la voz de ya, todas, a compás, con el ardor marchito de unos ensayos sin fuste, digan que quieren esas gambas. Por favor. Algo bueno tiene el programa. Se nota que el equipo está musculado, a tono. Lógico. Cambiaron la chica, el decorado, y poco más. Tanta gente seguro que puede hacer algo más. A ver si aguantan.