Sostiene Werner Jaeger en su libro sobre los ideales de la cultura griega, que el ritmo «es lo que impone unas ligaduras a los movimientos, y contiene el flujo de las cosas». Del mismo modo, para los griegos, el ritmo era «aquello que se desarrollaba a partir de un dibujo» y que permite en la limitación y guía de un esquema, el desarrollo ordenado de una realidad. El ritmo es una especie de ruta de viaje, cuya consecuencia es el flujo controlado del movimiento, producido por una ordenación de elementos sonoros en la música y visuales en la arquitectura.

La decisión de renovar un espacio urbano evidencia su deterioro u obsolescencia ante nuevas necesidades. Así lo mostraron las renovaciones de Puerta del Mar, la Marina, Larios y la Constitución, Molina Lario o la reciente plaza de la Merced. Se necesitan nuevos ritmos que completen los existentes. Probablemente el mayor logro sea elegir el ritmo adecuado, es decir, acertar en el planteamiento de la renovada identidad urbana. Una identidad que se muestra en la transición continua y silenciosa de pavimentos, vegetación y mobiliario, como marco físico de los episodios arquitectónicos de la ciudad histórica.

La plaza de la Merced según el modelo del XIX de rotonda peatonal y doble anillo de aceras y tráfico, tenía una claridad funcional de la que carece la actual renovación con discontinuidades y confusión en los ritmos y usos, que están precisando de toscas aclaraciones de circulación peatonal y rodada, mediante vallados de macetones, que devalúan el alcance de la reciente reforma. Tal vez la elección de modelos de desarrollo urbano de los siglos XIX y XXI mezclados pero no integrados, dificulta la obtención de la identidad precisa.

Las políticas urbanas que desde la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico de 1975, hasta la Carta de Gubbio de 1990 o el Memorándum de Viena de 2005, reconocen el papel primordial desempeñado por los centros históricos como núcleo de identidad y patrimonio de sus ciudades, y la necesidad de su renovación insisten en que «la recalificación debe integrar tanto la conservación activa como la innovación necesaria dentro del respeto de la memoria del lugar». Innovación como renovación de la identidad.