La grandeza de un acto no se mide por su boato y oropel, sino por la justeza y el tono. También por su autenticidad, que identifico con la cercanía a aquello que se celebre. Felizmente, los actos centrales del 2º Centenario de la muerte de Jovellanos, el día del aniversario, han reunido esa notas: tuvieron lugar en Puerto de Vega, el pueblo en que murió, y culminaron en la misma y bellísima iglesia barroca que acogió su funeral hace dos siglos. Allí, ya de noche, la voz honda y enorme del poeta Antonio Gamoneda, dando a conocer su Oda a Jovellanos, y la voz cálida y emocionante del tenor Joaquín Pixán, ofreciendo un anticipo de la Cantata pendiente aún de estreno, a los sones del órgano que sonó en 1811, produjeron un momento estremecedor, cuya intensidad advirtieron de inmediato los vecinos presentes. La suntuosidad de la palabra y la música, la austera belleza que conmovía a Jovino.