Benditos mercados. Entre otras virtudes, nos permiten saber la verdad. Si ahora vuelven a mostrar honda preocupación por la situación económica de España, con la prima de riesgo rumbo a las nubes y los parqués en picado, es porque con Rajoy siguen bullendo las dudas. El cambio no ha sido tal.

Los mercados, si son libres, expresan la voluntad popular. Sea el del Fontán, en la compraventa de fruta, sea el gigantesco y global de las divisas, donde en segundos se cruzan activos por valor de billones de dólares.

Si son libres –si no se permiten posiciones de dominio: monopolios, cárteles y similares– reflejan las opiniones, esperanzas, temores y lo que sea de la gente, desde el modesto inversor de a mil euros la pieza hasta las movidas monstruosas de los bancos centrales.

Y los mercados están preocupadísimos con España porque el presidente Rajoy tardó solo nueve días en decir una mentira bien gorda y porque solo aplica medidas socialistas, y para eso ya teníamos a ZP y su fracaso.

Más allá de la economía, ahí están los separatistas amenazando desde Barcelona con un referéndum secesionista si no se les inunda la faltriquera de dinero ajeno, y los filoterroristas exigiendo en la calle desde Bilbao una amnistía para los asesinos. Y ligado a eso, todo lo demás que cifra la profundísima crisis de España, donde tenemos tres veces más parados que Alemania, cuatro veces más que Austria y cinco veces más que Holanda, así que, no solo ha sido la desastrosa política económica socialista, sino también la endémica política monopolista que cabalga todas las nomenclaturas políticas. Y Rajoy no piensa aparecer en público hasta el mes de febrero, ¿se habrá vuelto loco?