Entrenadores que queman a los chicos, por José Luis Mota Garay

Se dice que un jugador o atleta se ha «quemado» cuando ha hecho un esfuerzo superior a sus posibilidades o el esfuerzo se ha prolongado más tiempo del conveniente. Hay algunos entrenadores que queman a sus entrenados (desde Preinfantiles hasta Juveniles). Hace años, un alumno me invitó a ver un partido de competición de su equipo de baloncesto. Me quedé sorprendido cuando vi que el entrenador le sacaba del campo cuando en un contraataque fallaba la canasta, pero ya me quedé «alucinado» cuando, a continuación, en la banda, lo castigó con 20 flexiones, humillándolo a la vista de los equipos y del público asistente. Lo peor es que me dicen que ahora no es corriente, pero sigue pasando. Si aquel dirigía así los partidos, qué se puede pensar de sus entrenamientos. Alguno lo disculpará diciendo que vivimos en un mundo muy competitivo y que el que más exige a los que destacan, más fácilmente puede ganar. Muchos chicos han encarrilado su desarrollo acertadamente, gracias a la labor, desinteresada casi siempre, de entrenadores que han mantenido el valor educativo del deporte: participando limpiamente, no para ganar por encima de todo. No se puede «quemar» a los jugadores en los entrenamientos exigiéndoles más de lo que, por su edad, sus cuerpos pueden soportar. A veces son los padres los que presionan al entrenador exigiéndole resultados. Los padres han de apoyar al entrenador en la tarea de dirección del equipo; pero velando a la vez para que la actividad sea sana y educativa.